domingo, 19 de agosto de 2012

Europa en Buenos Aires: la Avenida de Mayo 1

Al decir de muchos, es la más europea de las arterias sudamericanas, en la que se mezcla el estilo francés de la perspectiva visual con la esencia hispánica de su espíritu. Tuvo épocas de elegancia fastuosa, como un  símbolo de la riqueza que disfrutaban  las clases altas de la sociedad argentina. Pero también fue escenario del acervo cultural porteño y de no pocos enfrentamientos políticos. En sus veredas contrastaban  hoteles de lujo y opulentas confiterías con peñas literarias, teatros y comités partidarios. Casi todo podía verse y oírse allí, en la Avenida de Mayo, esa que supo abrirse paso en medio  de  una  Buenos   Aires  todavía  chata  y  colonial. La que albergó el primer subterráneo de Sudamérica. La que elegían las damas del centenario para lucirse con la última   moda  de  París.  La que generó importantes grescas entre republicanos y falangistas durante la triste época de la Guerra Civil. La que atesoró siempre el mayor contenido gastronómico auténticamente español. La de los bares, los restaurantes, las cigarrerías y los hoteles. La que ha sido, en definitiva, un pedazo de Europa en Buenos Aires durante casi ciento veinte años.


No está demás apuntar que este tradicional paseo fue abierto a partir de una demolición parcial que atravesó  por  el  medio  a  las  diez   manzanas comprendidas entre Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, desde Bolívar hasta Luis Sáenz Peña (1).  El proyecto original data del año 1869, pero la obra comenzó en 1883 con la aprobación definitiva del trazado y fue inaugurada en 1894. Desde entonces, la   Avenida  de  Mayo  supo   ser  una  meca gastronómica  asociada  a  las  tradiciones  culturales  del  Viejo  Mundo y a  los acontecimientos históricos de nuestra república. En ese orden de cosas, su lista de bares, cafés, confiterías, restaurantes y hoteles es más que larga, pero trataremos de señalar los más típicos y recordables por mérito propio.  Descendiendo numéricamente, es decir, de oeste a este (como le gusta caminarla a un servidor), los testimonios nos hablan del Bar Avenida (1493), el Café Berna (1460), la Confitería  del  Centenario (1347), el Café del Siglo (1313), el bar La Puerta del Sol (1164), el American Bar (1084), el café La Armonía (1002), el Café Gaulois (899), el  Café  Latino  (729), el  Café Madrid  (701), la Cervecería Keller (651) , el bar La Cosechera (625, 850 y 1200, según las épocas) y los cafés La Nueva Prensa (587) y La Prensa (564), entre tantos otros que adornaron sus aceras más que seculares.

En el Gaulois (más tarde rebautizado Café Central), Julio de Caro estrenó el tango Mala Junta (2). El café La Armonía, fundado en 1899 por los hermanos Caneda,  era conocido por servir el mejor chocolate con  churros  de  la  ciudad,  y  también  fue llamado “café de los cómicos” por la presencia constante de actores y actrices que interpretaban ese tipo de rutinas. A  la  altura  del  1208  se encontraba el Café Español, al que concurrían tanto franquistas como republicanos. Los historiadores Oscar Himschoot y Ricardo Ostuni señalan que “los enfrentamientos solían terminar  a  sillazo  limpio, botellazos y cuanto objeto contundente se tuviera a mano”.  En el Bar Avenida (1493) se reunían los periodistas de Crítica, el recordado diario de Natalio Botana. Asimismo hubo, en la arteria que nos ocupa, varias cervecerías. Además  de  la  mencionada Keller, también se recuerda otra de nombre Berna, establecida en 1923 por Daniel Calzado y cuya especialidad gastronómica era el singular Emparedado Berna: un sándwich de lomito con anchoas. Por su parte, la confitería La Victoria, en la esquina noroeste de Chacabuco, fue pionera en servir la sidra en balón.


Ahora bien, llegado este punto, muchos se preguntarán: ¿que hay del Tortoni, de Los 36 Billares, del Hotel Castelar  y de ciertos restaurantes casi legendarios  situados aún hoy en las inmediaciones? A no desesperar, que la  presente  es  sólo  la primera de tres entradas destinadas  a  completar  el   tema. La  próxima  versará   sobre   los   sitios tradicionales que lograron subsistir hasta el presente, y la última acerca de  todo lo que tiene que ver con la hotelería de lujo, tal vez la faceta histórica menos conocida de nuestra Avenida de Mayo.

                                                              CONTINUARÁ…

Notas:

(1) La concreción del proyecto fue un avance del progreso para la ciudad, pero también dejó su tendal de víctimas de la picota. En lo que hace a la gastronomía, uno de los caídos fue el “Café Ristorante di Milano con Alloggio", ubicado frente a la Plaza Lorea (es decir, en el extremo oriental de la actual Plaza Congreso). Las siguientes son dos fotos del curioso edificio estilo “castillo” que albergaba al comercio de marras. En una se puede ver el frente del negocio y en la otra se aprecia una vista panorámica de la Plaza Lorea con el tanque  que servía para el abastecimiento de agua corriente en un amplio sector de la metrópoli. La flecha marca el edificio de referencia, ubicado exactamente en la franja donde  pasa hoy la Avenida de Mayo.


(2) Así como la Avenida Corrientes resultó ser tanguera por excelencia, la Avenida de Mayo tuvo muy pocos reductos dedicados al género musical porteño. Desde el punto de vista artístico, siempre estuvo más ligada a los teatros de la zona y no tanto a la música. No obstante, además del mencionado De Caro, contó con la asistencia esporádica de algunos personajes de la talla de Roberto Firpo, quien recordaba  un trabajo que tuvo en cierta confitería ubicada, según sus propias palabras, “enfrente del Pasaje Barolo” (2a). De acuerdo con su añoranza comenzó tocando sonatas, romanzas y valses en el piano, pero un día convenció al dueño de interpretar un tango acompañado  en bandoneón por su amigo Bachicha. El resultado fue tan sorprendente como paradójico: si bien el  evento convocó a una  ruidosa  y   nutrida  concurrencia,  también   hizo  huir a  las  familias tradicionales que poblaban el lugar, motivo por el cual los músicos resultaron despedidos de inmediato.
(2a) El Pasaje Barolo es una galería que comunica  la Avenida de Mayo con la calle Hipólito Yrigoyen a través del edificio Palacio Barolo. Esta bellísima construcción, inaugurada en 1923, fue en su momento la más alta de Buenos Aires. Hoy se realizan allí visitas guiadas. Tiene una página web propia: http://www.pbarolo.com.ar/


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