En nuestros días,
resulta difícil imaginar alguna forma de
consumo del tabaco que prescinda totalmente del fuego o de cualquier otro sistema
para hacerlo entrar en combustión. Pero,
justamente, la ausencia total de combustión era la característica más destacada
en el uso del rapé o tabaco para aspirar,
una modalidad de disfrute del derivado de la planta nicotiana tabacum que estuvo muy de moda durante los siglos XVIII y
XIX. Su auge comenzó en Europa a mediados de la primera centuria señalada y
rápidamente se extendió entre las clases acomodadas de manera casi excluyente,
característica que no abandonó jamás y marcó una de sus principales diferencias
con respecto al cigarro, el cigarrillo o incluso la pipa. Con todo y así las
cosas, el rapé comenzó a ser fabricado, comercializado y consumido en cantidad,
tanto en las grandes capitales del hemisferio norte como en las colonias de
ultramar. Para fines del dieciocho, la importación intensiva desde el Viejo
Mundo alcanzaba también el vasto territorio colonial español que más tarde
formaría la República Argentina.

Los métodos de
fabricación que se empleaban tenían que ver con una pulverización del
tabaco fermentado y procesado de acuerdo con las distintas sustancias
incorporadas para aromatizarlo. Algunas
particularidades accesorias de acuerdo con el tamaño (desde polvo casi
impalpable hasta granos más o menos gruesos) y el grado de humedad (seco, semi
seco y húmedo) componían las antiguas
recetas con las que cada fabricante sazonaba y terminaba sus polvos. En la Historia del Tabaco, Juan Domenech
discrimina algunas clases de rapé como el escocés
(seco), fuerte escocés (muy
aromático), escocés simple, escocés dulce
(con azúcar), escocés salado (preparado
con salmuera), Hightoast (fuerte,
seco y tostado), irlandés (preparado
con agua y cal), negro francés, galés (con
agua de cal y tostado), Maccaboy (húmedo
y fuerte) y sueco (el más húmedo,
grueso y oloroso). Por lo que se ve, las tipologías eran muchas según
diversidades geográficas y modos de elaboración, que suponemos se harían más específicos en cada establecimiento del
ramo.


Por estas
latitudes, en abril de 1784 se fijaron
precios de la siguiente manera: 5 pesos por mayor y 7 por menor para el “polvo
de Sevilla”, 3 pesos por mayor y 4 por menor para el tipo “hechizo”, y 4 pesos por mayor y 6 por menor para el de La Habana. La información revela las diferencias básicas de categoría y
valor para las distintas variantes del artículo, aunque el principal (y
evidente) proveedor era el propio reino de España y su Real Fábrica de Tabacos, de acuerdo con las leyes virreinales de la
época. Luego de la Revolución de Mayo quedó liberada la producción para todas
las manufacturas del tabaco, dando origen a una larga serie de talleres,
factorías y elaboradores artesanales de rapé que existieron desde 1810 hasta
las vísperas del 1900, sin contar las numerosas marcas importadas.

En viejas
publicidades gráficas han quedado registradas muchas casas que se dedicaban al
rubro, algunas en exclusividad y otras
como parte de una oferta que comprendía también tabacos en rama, tabacos
picados para pipa o para armar, cigarros puros y cigarrillos (1). Los
documentos históricos ponen de manifiesto que
en la segunda mitad del siglo XIX comenzó una lenta pero progresiva caía
del consumo de rapé, a tono con el crecimiento de las nuevas formas de uso “en
combustión”. Ello era motivado por varios factores, pero fundamentalmente por
la moda: cada vez había menos personas que, provistas de sus elegantes estuches
de cuero, madera, asta o metal, se entregaban a la ceremonia de inhalación muy frecuente en otros tiempos (2). Entre 1900
y 1940, el ya anacrónico uso del rapé cayó en un 80%, marcando la finalización
definitiva de una época. Mucho tiempo pasó desde entones, y en la Argentina de
hoy no existe oficialmente ningún
proveedor del producto, nacional o importado, que incluso se encuentra
prohibido en varias naciones de Europa.

Notas:
(1) Se podría
agregar otra antiquísima manera de consumo, que es la del tabaco para mascar.
Sin embargo, es un hecho que tal modalidad, aunque existente en el pasado (sobre
todo en ámbitos rurales), nunca tuvo una masa realmente considerable de adeptos
en nuestro territorio, al contrario de lo sucedido en otros países de América
como Estados Unidos o México.
(2) Debemos
añadir una diferencia más del rapé respecto
a otros tipos de tabaco: sólo era consumido por el género masculino. Incluso se
consideraba de poca educación aspirar rapé en presencia de mujeres.
Como dato curioso y si les interesa probar este tipo de tabacos en el país un importador de rape inglés: http://www.fiammaimportadora.com.ar/tabacos.html. se consigue en tabaquerias.
ResponderEliminarSobre tabacos para mascar nunca ví ofrecidos. Hasta no hace mucho tabacalera Sarandí vendía criollo en penca marca "la firmeza" cuyos principales consumidores lo mascaban. Saludos!
Hola. Estoy realizando una investigación sobre el consumo de rapè en algunos sectores sociales de la aristocracia argentina y estoy interesado en saber, la foto de la tabaquería que indica que se vende de Francia y Brasil, de que fuente la sacaste? (Diario, revista, fecha)
ResponderEliminarHola, la foto fue obtenida de uno de los sitios de Jorge Di Fiore, pero me parece que está caído hace algún tiempo. Igual te dejo el link. http://www.publicidadsiglo19.com.ar/ Respecto a la fecha y el medio gráfico no tengo idea, pero la Cigarrería del Toro funcionó en la calle Moreno entre 1878 y 1884. Saludos.
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