miércoles, 20 de junio de 2012

Estampas del comercio antiguo: las cigarrerías

En la entrada fundacional de este blog, en octubre del año pasado, repasamos el origen artesanal de la industria argentina del tabaco manufacturado y señalamos el inicio de la actividad en escala verdaderamente significativa hacia mediados del siglo XIX, de manera paralela a la veloz proliferación de los emprendedores especializados del ramo. En la década de 1860  las cigarrerías comenzaron a verse profusamente, tanto en Buenos Aires como en  otras grandes ciudades y pueblos de la Argentina. Poco a poco iban desapareciendo aquellos cigarreros que  armaban y vendían sus productos en las pulperías, para dar paso a todo un gremio comercial especializado que gozó de las preferencias del consumidor hasta bien entrada la década de 1960. Durante un siglo, el local de cigarrería no faltó en ningún lugar habitado de este país, desde los diferentes barrios de las grandes urbes hasta los más modestos pueblos del interior, ya que se trataba de un consumo tan  regular y cotidiano como el de los alimentos y las bebidas. Para 1900 había en nuestro territorio más de 6700 comercios detallistas del tabaco, de los cuales 2200 estaban ubicados en la Capital Federal.


Como es lógico pensar, numerosos vestigios documentales que nos permiten recrear la atmósfera reinante en las cigarrerías argentinas de antaño se han preservado hasta la actualidad. Basándonos en esas huellas históricas podemos afirmar que la especialización fue excluyente en los primeros tiempos (1). Por ejemplo, tenemos una buena descripción de un negocio del ramo en 1862. Se trata de Au Gamin de Paris” de  Luis Geissel, que reza: “Cigarrería francesa del buen pito. Calle de Maipú 145. Este establecimiento, creado en similitud con los de París, ofrece al consumidor un excelente y variado surtido de cigarros de todas clases, Bahía, Habanos, Suizos, Paraguayos, Criollos, etc. etc., ricos cigarrillos de papel de tabaco negro y habanillos, tabaco francés de fumar. Virginia, Norte Americano, Caporal y rapé francés legitimas de la Régie, sacados de la factoría imperial de Burdeos. Recibe directamente  las novedades en artículos para fumadores. Especialidad en pitos de todas clases: Fantasía, Belges, Neogénes, Gambier, Marseillaises, Écume Francaise, Kummer (espuma de mar), Racine de Bruyére, armados y no armados. Primer introductor de las pastillas preparadas de Cochou, al uso de los fumadores, para quitar el gusto y el olor del tabaco, y perfumar el aliento” (2). Por la misma época ubicamos, en el reverso de un boleto del tranway a caballo, una propaganda de la Cigarrería Francesa que alude a su amplia oferta de tabacos y pitos, con especial énfasis en la variedad de “espuma de mar” (3). Desde el punto de vista presencial, podemos imaginarnos a esas tiendas finiseculares del XIX  como  sitios atiborrados de mostradores, vitrinas y estanterías confeccionadas en maderas nobles, cuyo aroma se confundía con el de los buenos tabacos ofrecidos a la venta (4)


 A comienzos del siglo XX y de la mano de la generalización del hábito de fumar cigarrillos, las cigarrerías fueron perdiendo su primitiva dedicación por el tabaco y comenzaron a transitar por otros rubros que ayudaban a captar clientes. Una causa de este fenómeno era la competencia generada por  la venta de cigarrillos y cigarros en muchos otros lugares. Así lo señala Juan Domenech en su Historia del tabaco,  mientras enumera todas las posibles bocas accesorias de expendio a fines de la década de 1930: “almacenes, bares, confiterías, hoteles, restaurantes, quioscos, canasteros ambulantes y despensas”. En ese contexto, los cigarreros propiamente dichos no tuvieron más remedio que añadir actividades accesorias para subsisitr. Con el tiempo se creó otra especie de rubro mixto bien determinado: el de  las cigarrerías – librerías, muchas veces con un anexo de venta de lotería (5).

Promediando los años cuarenta  llegó el turno de los kioscos, una nueva actividad comercial que rápidamente restó clientela a los ya golpeados establecimientos que nos ocupan. Por otra parte, la concentración del negocio del cigarrillo (con cada vez menos marcas en el mercado) y la lenta pero inexorable caída del consumo de cigarros puros hicieron de la cigarrería un comercio poco atractivo a la vez que anticuado. Mucho después aparecieron las tabaquerías, que vinieron a continuar y dinamizar el sector hasta nuestros días, aunque con importantes diferencias conceptuales: no venden cigarrillos y solo manejan productos de alta gama. Ello, sumado a su escasa cantidad en toda la república, hace que no sean comparables a las numerosas y populares  cigarrerías de antaño. De aquellas, las de antes, no queda ninguna, no al menos con el espíritu original. Pero podemos rendirle tributo a través de la evocación  de su estampa singular.

Notas:

(1) Hasta el decenio de 1910, muchas cigarrerías combinaban la venta con la fabricación propia de cigarrillos y puros.
(2) Reseña obtenida del trabajo Manuel Malagrida. Los orígenes de la industria del cigarrillo en la Argentina, de Juan José Ruiz, con revisión y correcciones de Alejandro Butera. El  texto es de libre acceso en la página del Cigar Pack Collectors Club of Argentinahttp://cpcca.com.ar Recomendamos su lectura a todos los interesados en el tema, ya que se trata de un completo estudio del pasado del sector tabaquero nacional a través de la vida de uno de sus protagonistas más destacados.
(3) La “espuma de mar” es un  mineral llamado sepiolita, de estructura rígida pero maleable. Fue muy utilizado en otros tiempos para la fabricación de pipas vistosas y ornamentadas.










(4) El autor de este blog, que no teme dar con sus huesos en el averno, entregaría su alma al diablo con tal de viajar en el tiempo, visitar uno de aquellos locales y experimentar esa sensación olfativa.
(5) Esta combinación puede parecer una especie de “cocoliche” hoy en día pero resultaba común durante la mayor parte del siglo XX. Aun subsisten algunos ejemplares de tal naturaleza, por ejemplo, en la Avenida de Mayo de la Ciudad de Buenos Aires, y también en otras metrópolis del país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario