El de Belgrano es otro de los barrios porteños que tienen,
por así decirlo, “mucha historia”. Estuvo fuera de los límites de la ciudad de
Buenos Aires propiamente dicha, como partido municipal de la provincia, hasta
el año 1888, poco tiempo después de la federalización
impulsada por el presidente Julio A. Roca.
Sólo entonces se incorporó a la capital de la república junto con su vecino San
José de Flores
para formar el conjunto
urbano que hoy conocemos. En 1862, el Ferrocarril del Norte, con cabecera en
Retiro, estableció allí su estación
y punta
de
rieles en forma provisoria (el plan
era llevar la línea hasta el Delta, cosa que se logró mucho tiempo después),
convirtiéndose en la segunda empresa ferroviaria oficialmente constituida de
nuestro país.
El eje central de la entonces incipiente población no era
otro que el llamado
Camino a Santa Fe o
Camino Real, es decir la actual
Avenida Cabildo, un paso casi obligado para quienes iban o venían del Tigre. En
su esquina con La Pampa (vértice noroeste), estuvo desde comienzos del siglo
XIX una pulpería llamada
La Blanqueada , que
los historiadores coinciden en señalar como el comercio más antiguo de la
zona.
Al parecer, su nombre deriva de la
pintura encalada que recubría las paredes del edificio, obtenida a partir de la
conchilla extraída en las cercanas barrancas del río. La única imagen que se
conoce del local data de principios del siglo XX y denota
cierto aire de abandono, pero al menos nos da
una idea de la precariedad
propia de sus
humildes orígenes, cuando era posta de carretas y refugio de viajeros que se
detenían para saborear
sangrías,
refrescos y
vinagradas, o simplemente
un vaso de vino o una ginebra.
Para la década de 1870, Belgrano crecía a ritmo acelerado.
En ese mismo decenio se construyó
la
iglesia de la Inmaculada Concepción, más conocida como “La Redonda”, al tiempo
que se instalaba casi contiguo el
Hotel Watson,
cuyo restaurante también ostenta el honor de ser uno de los primeros del
pueblo con cierta categoría. Un par de imágenes ilustran sobre lo diferente que
lucía el vecindario a fines del siglo XIX, mucho antes de que la propiedad
horizontal modificara su fisonomía de manera radical (1). En la primera foto se
aprecia el mencionado templo durante su emplazamiento y detrás el Hotel Watson
funcionando a pleno (2). En la segunda, la esquina de Cabildo y Juramento hacia
1890.
Ahora bien, si intentamos ensayar algún tipo de enumeración
de locales gastronómicos belgranenses, debemos dividir el barrio en dos: de las
vías hacia el oeste (Alto Belgrano), y de las vías hacia el Río de la Plata (Bajo
Belgrano). En el Alto, lógicamente, lo
más destacado estuvo siempre ubicado sobre Cabildo o sus inmediaciones. En un
repaso muy somero recordamos a los
siguientes:
- Café de Vergés, fundado
en 1855 y punto de referencia para la línea de diligencias La Golondrina. Se erigía al lado del Hotel Watson y por eso algunos
estudiosos especulan con que podría haber sido usado como restaurante del
mismo.
-
Almacén y Pulpería
El Globo, en Blanco Encalada y Arcos (3).
-
Almacén y Despacho
de Bebidas Superba Génova, en La Pampa y Vidal.
-
Fonda y Café Las
Piedras, en Cabildo y Blanco Encalada.
-
Café de la Punta
Chica, en Juramento y Crámer, famoso por su silueta colonial.
-
Almacén de Merello
Hermanos, en Cabildo y Olazábal, de finales del siglo XIX.

Hay decenas de otros para mencionar, pero rápidamente nos
quedamos con
el
Bar y Biógrafo London (Blanco Encalada y Ricardo Balbín), el café y
billares de
Serafín Fernández y el
bar y restaurante
Derby. Sin olvidar,
desde luego, las abundantes cervecerías (4) como
Steinhauser, Bodensee o
El
ciervo de Oro y las confiterías al estilo de
Paradies (en Cabildo 1833, que
poseía un amplio jardín hoy inimaginable en
ese lugar).Del otro lado del ferrocarril, hacia el bajo, la historia luce
diferente. Allí no había cervecerías ni confiterías elegantes. Bien al
contrario, para fines del XIX y principios del XX era un
submundo de malevos y compadritos comparable
al de muchos barrios del sur porteño. Ese ambiente que mezclaba
malandras con obreros y pescadores (5)
fue contemporáneo a algunos de los sitios que mencionamos a continuación:
- Fonda La Papa
Grossa, en Blanco Encalada y Echeverría, desaparecida cuando se prolongó la
Avenida Libertador. Se dice que allí cantó Gardel.

-
Almacén del Burro
Blanco, en Echeverría y Miñones, donde un farol a kerosene alumbraba el
recinto y se despachaban trozos de pescado frito por cinco centavos.
- Almacén y Despacho de Bebidas
La Miseria, en Blanco Encalada entre Artilleros y Miñones. No
sabemos si el nombre del comercio hacía
honor a su aspecto.
- Almacén
A La Ciudad
de Vigo, en la esquina de Olazábal y Migueletes. En sus orígenes fue
pulpería y subsistió hasta la década de 1970
con
mostrador y reja de palo.
Sería imposible señalarlos a todos, pero no queremos omitir
un anuncio aparecido en El Heraldo de Belgrano durante el año
1916, donde el Café y Bar de Luis Terragno y Ricardo Bergallo
ofrecía por $ 1,20 el “gran bife Terragno, con fiambre, media botella de vino o
medio litro de cerveza, postre y café o té”.
Desde luego, aquella barriada cambió mucho, conforme lo hizo
toda la ciudad. A la par de los viejos locales gastronómicos fueron
desapareciendo las antiguas y célebres casonas que engalanaban sus calles, de
las cuales hoy quedan muy pocas, y no las mejores. El Belgrano de nuestros días
es un vecindario que combina lo comercial de sus avenidas con cierta placidez
verificable en algunas de sus calles internas, especialmente aquellas que no
han perdido el añoso arbolado público. Con todo, sigue siendo un sector de
Buenos Aires por el cual resulta más que grato caminar y tomarse un café.
Notas:
(1) Hablando de fisonomías cambiadas y del Ferrocarril del
Norte, así lucía su terminal en el año 1900. ¿El lugar? Retiro, más exactamente
la esquina de Libertador y Ramos Mejía.
(2) Tanto la iglesia como el edificio del viejo Hotel Watson
continúan en pie y forman conjuntamente uno de los sectores más bonitos de
Belgrano, progreso y urbanización mediante.
(3) Los nombres de las calles son los actuales. Casi todos
eran diferentes antes de 1893, como ya hemos señalado alguna vez. A modo de
ejemplo, Cramer se llamaba San Lorenzo, Blanco Encalada se denominaba San
Martín y Olazábal era conocida como Necochea.
(4) Para más detalles sobre las cervecerías porteñas ver entrada
del 24/1/12.
(5) Recordemos que por entonces el Río de La Plata era un
curso de agua donde se podían obtener dorados, pejerreyes, rayas, bogas,
armados y palometas, entre otras especies ictícolas.