martes, 1 de mayo de 2012

Cafés, Fondas, Boliches y Bodegones en Belgrano

El de Belgrano es otro de los barrios porteños que tienen, por así decirlo, “mucha historia”. Estuvo fuera de los límites de la ciudad de Buenos Aires propiamente dicha, como partido municipal de la provincia, hasta el año 1888, poco tiempo después de la federalización  impulsada por el presidente Julio A. Roca. Sólo entonces se incorporó a la capital de la república junto con su vecino San José de Flores  para formar el conjunto urbano que hoy conocemos. En 1862, el Ferrocarril del Norte, con cabecera en Retiro, estableció allí su estación  y punta de  rieles en forma provisoria (el plan era llevar la línea hasta el Delta, cosa que se logró mucho tiempo después), convirtiéndose en la segunda empresa ferroviaria oficialmente constituida de nuestro país.
El eje central de la entonces incipiente población no era otro que el llamado Camino a Santa Fe o Camino Real, es decir la actual Avenida Cabildo, un paso casi obligado para quienes iban o venían del Tigre. En su esquina con La Pampa (vértice noroeste), estuvo desde comienzos del siglo XIX una pulpería llamada La Blanqueada , que los historiadores coinciden en señalar como el comercio más antiguo de la zona.  Al parecer, su nombre deriva de la pintura encalada que recubría las paredes del edificio, obtenida a partir de la conchilla extraída en las cercanas barrancas del río. La única imagen que se conoce del local data de principios del siglo XX y denota  cierto aire de abandono, pero al menos nos da una idea de la precariedad  propia de sus humildes orígenes, cuando era posta de carretas y refugio de viajeros que se detenían para saborear sangrías, refrescos y vinagradas, o simplemente  un vaso de vino o una ginebra.


Para la década de 1870, Belgrano crecía a ritmo acelerado. En ese mismo decenio se construyó  la iglesia de la Inmaculada Concepción, más conocida como “La Redonda”, al tiempo que se instalaba casi contiguo el Hotel Watson, cuyo restaurante también ostenta el honor de ser uno de los primeros del pueblo con cierta categoría. Un par de imágenes ilustran sobre lo diferente que lucía el vecindario a fines del siglo XIX, mucho antes de que la propiedad horizontal modificara su fisonomía de manera radical (1). En la primera foto se aprecia el mencionado templo durante su emplazamiento y detrás el Hotel Watson funcionando a pleno (2). En la segunda, la esquina de Cabildo y Juramento hacia 1890.


Ahora bien, si intentamos ensayar algún tipo de enumeración de locales gastronómicos belgranenses, debemos dividir el barrio en dos: de las vías hacia el oeste (Alto Belgrano), y de las vías hacia el Río de la Plata (Bajo Belgrano). En el Alto, lógicamente,  lo más destacado estuvo siempre ubicado sobre Cabildo o sus inmediaciones. En un repaso muy  somero recordamos a los siguientes:

- Café de Vergés, fundado en 1855 y punto de referencia para la línea de diligencias La Golondrina. Se erigía al  lado del Hotel Watson y por eso algunos estudiosos especulan con que podría haber sido usado como restaurante del mismo.
- Almacén y Pulpería El Globo, en Blanco Encalada y Arcos (3).
- Almacén y Despacho de Bebidas Superba Génova, en La Pampa y Vidal.
- Fonda y Café Las Piedras, en Cabildo y Blanco Encalada.
- Café de la Punta Chica, en Juramento y Crámer, famoso por su silueta colonial.
- Almacén de Merello Hermanos, en Cabildo y Olazábal, de finales del siglo XIX.

Hay decenas de otros para mencionar, pero rápidamente nos quedamos con  el Bar y Biógrafo London  (Blanco Encalada y Ricardo Balbín), el café y billares de Serafín Fernández y el bar y restaurante Derby. Sin olvidar, desde luego, las abundantes cervecerías (4) como Steinhauser, Bodensee o El ciervo de Oro y las confiterías al estilo de Paradies (en Cabildo 1833, que  poseía un amplio jardín hoy inimaginable en ese lugar).Del otro lado del ferrocarril, hacia el bajo, la historia luce diferente. Allí no había cervecerías ni confiterías elegantes. Bien al contrario, para fines del XIX y principios del XX era un  submundo de malevos y compadritos comparable al de muchos barrios del sur porteño. Ese ambiente que mezclaba malandras con obreros y pescadores (5) fue contemporáneo a algunos de los sitios que mencionamos a continuación:

 - Fonda La Papa Grossa, en Blanco Encalada y Echeverría, desaparecida cuando se prolongó la Avenida Libertador. Se dice que allí cantó Gardel.
- Almacén del Burro Blanco, en Echeverría y Miñones, donde un farol a kerosene alumbraba el recinto y se despachaban trozos de pescado frito por cinco centavos.
- Almacén y Despacho de Bebidas La Miseria, en Blanco Encalada entre Artilleros y Miñones. No sabemos si el nombre del comercio hacía  honor a su aspecto.
- Almacén A La Ciudad de Vigo, en la esquina de Olazábal y Migueletes. En sus orígenes fue pulpería y subsistió hasta la década de 1970  con  mostrador y reja de palo.

 Sería imposible señalarlos a todos, pero no queremos omitir un anuncio aparecido en  El Heraldo de Belgrano durante el año 1916, donde el Café y Bar de Luis Terragno y Ricardo Bergallo ofrecía por $ 1,20 el “gran bife Terragno, con fiambre, media botella de vino o medio litro de cerveza, postre y café o té”.


Desde luego, aquella barriada cambió mucho, conforme lo hizo toda la ciudad. A la par de los viejos locales gastronómicos fueron desapareciendo las antiguas y célebres casonas que engalanaban sus calles, de las cuales hoy quedan muy pocas, y no las mejores. El Belgrano de nuestros días es un vecindario que combina lo comercial de sus avenidas con cierta placidez verificable en algunas de sus calles internas, especialmente aquellas que no han perdido el añoso arbolado público. Con todo, sigue siendo un sector de Buenos Aires por el cual resulta más que grato caminar y tomarse un café.


Notas:

(1) Hablando de fisonomías cambiadas y del Ferrocarril del Norte, así lucía su terminal en el año 1900. ¿El lugar? Retiro, más exactamente la esquina de Libertador y Ramos Mejía.


(2) Tanto la iglesia como el edificio del viejo Hotel Watson continúan en pie y forman conjuntamente uno de los sectores más bonitos de Belgrano, progreso y urbanización mediante.
(3) Los nombres de las calles son los actuales. Casi todos eran diferentes antes de 1893, como ya hemos señalado alguna vez. A modo de ejemplo, Cramer se llamaba San Lorenzo, Blanco Encalada se denominaba San Martín y Olazábal era conocida como Necochea.
(4) Para más detalles sobre las cervecerías porteñas ver entrada del 24/1/12.
(5) Recordemos que por entonces el Río de La Plata era un curso de agua donde se podían obtener dorados, pejerreyes, rayas, bogas, armados y palometas, entre otras especies ictícolas.

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