El más antiguo del puñado de ejemplares que vamos a señalar es
también el más destacado en términos de jerarquía testimonial. Se trata de la
lista de platos y vinos servidos en ocasión del viaje a Tucumán del presidente
Roque Sáenz Peña, específicamente en el almuerzo del 6 de Julio de 1912 a bordo
de un coche restaurant del Ferrocarril Central Argentino, que hizo las veces de anfitrión forzoso durante
la travesía. Como era común entonces, el catálogo de preparaciones se ve
colmado de viandas típicas de Francia, ya sea por realidad práctica o por simple
afectación nominal: tartines, terrines,
parfaits y gateaux dominan la
escena desde las entradas hasta los postres y demuestran la importancia que
tenía todo lo galo en la impronta culinaria de las clases acomodadas. Los vinos
hacen lo propio, aunque con alguna sorpresa: un blanco alemán de la célebre
villa Bernkastel (1), en el Mosela,
de la cosecha 1904. Luego le siguen tres etiquetas galas aristocráticas, como
lo son un Chateau Latour y los champagnes Pommery Extra Sec y Louis
Roederer.
Dejamos para el final un tesoro de extraordinaria elocuencia
histórica vitivinícola (2): la carta de vinos en un tren del ya nacionalizado
Ferrocarril Nacional General Roca (ex Ferrocarril Sud), que se puede fechar
entre los años 1948 y 1958 (3). Algunas de las marcas ofrecidas pertenecen a
bodegas que se mantienen vivas en el mercado nacional, como Norton, Escorihuela,
San Felipe, Trapiche y Canale. Pero vale la pena detenerse en algunas de las
otras, las que ya no existen merced a la
desaparición o transformación absoluta de sus establecimientos elaboradores. En
ese grupo podemos encontrar a los otrora renombrados vinos “La Colina”, de la vieja
bodega Giol (hoy FeCoViTa), los Arizu Cuesta
del Parral y De Antaño, los
Carrodilla Sauternes y Bariloche (de la casa Nazar Anchorena),
el Barón del Río Negro de la firma
homónima, o el menos célebre De Ma Cave,
de la bodega Echesortu & Casas.
Aquí también hallamos algunos especímenes bizarros, como el “Reserva
Ferrocarril General Roca” (evidentemente hecho por alguna bodega para la
empresa ferroviaria estatal) y el ignoto Comodoro
Reserva. Tal como solemos hacer cuando un documento así lo amerita,
la imagen va a su tamaño máximo para una buena lectura.De este modo concluimos la serie del menú histórico con la convicción de que volveremos algún día para ocuparnos del mismo tema pero, seguramente, desde otra perspectiva. Nuevos hallazgos, nuevas sorpresas, nuevos descubrimientos, nuevos secretos y nuevas incógnitas nos esperan a la vuelta de la esquina.
Notas:
(1) Presenta un ligero error: indica Berncasteler en lugar de Bernkasteler.
Vale aclarar que, en alemán, el sufijo er
al final de un nombre propio significa “de”. En este caso, “proveniente
de”.
(2) Obtenido del blog “Caminos de Hierro en Bahía Blanca”.
Se trata de una página eminentemente ferroviaria y regional, pero que suele
ofrecer algunas joyas documentales de gran valor. El enlace es el siguiente: http://caminosdehierroenbahiablanca.blogspot.com.ar/(3) Durante el período señalado, toda la papelería ferroviaria argentina contó con el encabezamiento ENT (Empresa Nacional de Transportes). En 1958 esa repartición fue disuelta y los ferrocarriles pasaron a la órbita de EFEA (Empresa Ferrocarriles del Estado Argentino), con la consecuente modificación en el material impreso. El menú de marras tiene en su tapa la inequívoca referencia de la ENT, y de allí surge la posibilidad de fecharlo sin mayores inconvenientes.





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