En la década de 1950 los espumosos y destilados dominaban la
escena, aunque es posible rescatar la presencia sistemática de los vinos Vieja Abadía, distribuidos por Corcés y
Cía, que promocionaba sus productos Cabernet, Cordón Verde, Manzanilla,
Selección, Jerez y Oporto con el eslogan "un viejo prestigio en vinos
finos". Al contrario de lo que ocurre hoy en día, la palabra
"viejo" era utilizada con frecuencia para reforzar la idea de algo bueno
y noble. Para la misma época, Bodegas López anunciaba su Rincón Famoso
asegurando que "de un viejo rincón de nuestras bodegas nació este
delicioso vino mezcla de uvas finas, que en su homogeneidad trasluce la
delicadeza de su paladar y su exquisito bouquet". Completando el cuadro,
la firma Perpiñan Prim elaboraba un vino Saint
Emilion que en su etiqueta lucía la siguiente leyenda textual: "vino
fino tinto (viejo), de buqué suave y armonioso". En materia de comunes, ya
desde los treinta se advertía el alto consumo de la más noble de las bebidas en
todas sus formas, tipos y categorías.
En ese contexto, no deja de resultar sorprendente la cantidad de anuncios de espumantes y destilados que aparecen sin solución de continuidad durante las décadas de 1950 y 1960, lo que denota la gran aceptación de esos tiempos. Los espumantes, con el otrora inevitable apelativo de "champagne" y casi siempre haciendo alusión a los eventos festivos o a la exclusividad, estaban encabezados por Crillón ("hace la fiesta" y "para una selecta minoría"), Garré ("el broche de oro") y Gran Cremant Gancia ("regale y regálese"). Despuntando los sesenta comienza a hacerse más usual la publicidad de vinos finos, como lo demuestra una misma edición de la revista Selecciones de Diciembre de 1962, donde conviven con diferentes mensajes tres bodegas argentinas. Así, daban constancia de su calidad las bodegas Esmeralda ("4 citas con la familia de los grandes vinos"), Arizu ("12 meses en su mesa") y Sergi ("un buen vino siempre se recuerda").
CONTINUARÁ...


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