martes, 1 de enero de 2013

Cafés, Fondas, Boliches y Bodegones en Chacarita y Colegiales

Toda la zona que en nuestros días comprende a los barrios de Chacarita, Colegiales y Villa Ortúzar perteneció antiguamente a los denominados “Partidos de Campaña”. No era extraño ver allí ganado pastoreando hasta mediados del siglo XIX, junto con otras imágenes típicas de los entornos rurales por excelencia. Su nombre proviene de la amplia fracción de tierra donada en 1608 a los sacerdotes de la Compañía de Jesús, que desde entonces se conoció como Chacarita de los Padres o, más comúnmente, Chacarita de los Colegiales. La necrópolis que hoy reluce como el punto toponímico más destacado (Cementerio del Oeste es su verdadero nombre)  data de los tristes tiempos de la fiebre amarilla, allá por 1871, cuando fue necesario emplazar varios camposantos para atender la inusual cantidad de inhumaciones. No obstante, concluido aquel flagelo, el vecindario se convirtió en otro de los muchos que prosperaron en aras de la urbanización  merced a los loteos de terrenos a valores populares y a la tarea civilizadora del legendario Tranvía Lacroze, en un área que por la época conformaba un suburbio bastante “alejado” del centro porteño. Con los años, a las viviendas se sumaron comercios e industrias que terminaron ofreciendo una activa fisonomía, incluyendo los infaltables reductos gastronómicos que tanto nos interesan en este espacio.


De acuerdo con el reconocido cronista del pasado barrial Diego del Pino, el más viejo comercio del ramo fue La Tapera, un lugar de aquellos que hacían las veces de pulpería, café, almacén de campo y cancha de bochas, ubicado en la intersección de Corrientes y Dorrego. El lugar se remonta a los tiempos de la independencia nacional y allí se realizaron carreras formales (no cuadreras), con auténticos jockeys y caballos de pura sangre, en los años posteriores a la caída de Rosas. Tenía además una particularidad constructiva: su vereda de elevaba casi un metro de altura por sobre el nivel de la calle (al estilo que hoy podemos ver en La Boca), para evitar las frecuentes inundaciones que provocaba el cercano Arroyo Maldonado (actual Juan B. Justo). Hacia fines del siglo XIX se instaló en Corrientes y Jorge Newbery otro lugar legendario, cuya vida logró extenderse hasta bien entrada la centuria siguiente, y que muchos señalan como el más destacado en el firmamento gastronómico vecinal: el Recreo y Glorieta La Florida, más tarde conocido como Almacén de Ramperti. Allí, tanto en el local como en su extenso patio trasero, muchas personas supieron disfrutar de los excelentes chops al precio de 25 centavos, o de los cívicos a 15 centavos, en compañía de aceitunas verdes y negras, cubitos de mortadela, rodajas de salame (criollo y “de Milán”), queso, sardinas, rabanitos, lupines y maníes, entre otros ingredientes. Algunos aseguran que los platitos llegaban a 24 en las mejores ocasiones. Las siguientes son dos fotos del lugar hacia los años veinte. Destaco la imagen del patio y los barriles de vino en el fondo como un arquetipo visual de la época.



Los ejemplos para mencionar son sumamente numerosos, pero señalaremos aquellos de mayor interés histórico en el tema que nos ocupa:
- Café El Argentino, en Corrientes entre Olleros y Federico Lacroze. Hacia los años cuarenta, su ubicación era adyacente con la antigua terminal de una línea ómnibus que iba hacia Pilar.
- Café de la Estación, dentro de la vieja terminal del Ferrocarril Central de Buenos Aires, hoy Urquiza.
- Pizzería Giovanín, famosa desde 1930 hasta 1960, en Alvarez Thomas y Federico Lacroze.
- Cervecría Alemana “Stand Mauchen”, de la misma época que la anterior, a la que concurrían conspicuos miembros de la colectividad germana residente en la zona.
- El Barrilito: otro café muy recordado en la esquina de Federico Lacroze y Giribone (ahora Córdoba), concurrido por los feriantes y puesteros que trabajaban en la feria ubicada desde Jorge Newbery hasta Federico Lacroze. Estaba abierto las 24 horas y de madrugada se consumía abundante cantidad de caña y ginebra.
- Café Argos: considerado bar notable por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, contaba con un entrepiso tipo balcón donde tocaron  no pocas orquestas. También tenía victrolera y mostrador de estaño. Lamentablemente, cerró sus puertas hace poco tiempo.
- Café de Manolo, en Guevara y Maure. Su dueño preparaba castañas asadas en la vereda con gran éxito durante la estación invernal.
- Café “De los Escruchantes”, en Giribone y Concepción Arenal, cuya fama era análoga a su apodo. Eran frecuentes allí las batidas policiales. Las crónicas señalan el día en que cayó preso El Rufián Angelito, personaje muy a tono con el entorno.
- Lechería La Vascongada, comercio especializado en Federico Lacroze 3090, típico de una época (1).
- Café La Curva, llamado así por la curva que daban los tranvías que venían desde el centro por Álvarez Thomas. Los memoriosos recuerdan su sótano colmado de bordelesas de vino, barricas con aceitunas y alimentos como el bacalao noruego.


Como siempre, quedan muchos por mencionar, pero concluimos esta entrada con el recuerdo de la Cantina El Nene, especie de bodegón y fonda en Jorge Newbery pasando Álvarez Thomas, visitado con profusión por los integrantes de la colectividad italiana, especialmente trabajadores de las fábricas cercanas. Tenía cancha de bochas en el fondo, donde también se encontraba instalado un gallinero. No eran pocas las ocasiones en las que un tiro errado daba de lleno en este último, provocando la ira de sus moradores entre corridas y cacareos. Y en una de sus paredes, el siguiente anuncio textual, palabra por palabra: Per ordine della  autorita e per conservare la amista, esta proibido jugare per dinero.

Notas:

(1) En la entrada del 26/3/12 analizamos la historia y características de las lecherías porteñas de antaño.

2 comentarios:

  1. Llegue a este blog de casualidad. Muy bueno! Te voy a visitar a menudo.

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  2. Felicitaciones por la info, super completa y...por fin! original.
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