jueves, 27 de diciembre de 2012

Viejos consumos en el cine nacional: Puerto Nuevo (1936)

Una típica línea argumental del cine clásico es aquella en la cual cierto individuo extremadamente pobre se ve repentinamente incluido en la vida de la clase social más rica y opulenta, casi siempre por motivos de carácter fortuito. Muchas obras del séptimo arte han aprovechado esa tradicional historia (que remite al viejo cuento de La Cenicienta) mediante una reconstrucción variable por los entornos, épocas y situaciones específicas que le dan marco en cada caso. Hoy vamos a repasar algunas escenas de Puerto Nuevo, un film argentino de la vieja guardia protagonizado por el excelente actor Pepe Arias y dirigido por los prestigiosos Luis César Amadori y Mario Soffici (1)


La historia, tal cual lo señalamos, recurre a la situación del indigente sorprendido por el toque de la fortuna en un modo completamente incidental. Como siempre, no vamos a abundar en la trama sino en las escenas que nos interesan desde el punto de vista de los consumos del pasado. Prácticamente al inicio de la película vemos  un abigarrado barrio de emergencia situado en alguna zona cercana al Puerto de Buenos Aires (2). Pronto aparece el protagonista paseando a su perro, y luego entra en escena un vendedor ambulante con su “carrito”, en cuyo interior podemos observar una serie de elementos cárnicos, algunos embutidos y una pequeña pero humeante parrilla. Un tosco cartel que reza “parrilla criolla” lo confirma plenamente.


Esta breve escena resulta una joya histórica porque remite al origen más primigenio de los célebres “carritos de la costanera”, esa modalidad gastronómica porteña que supo ser furor en diferentes épocas. Junto con otros documentos y testimonios incuestionables (3), el cuadro cinematográfico de marras pone de manifiesto la verdadera procedencia de tan peculiar método de servicio, asociado a los sectores menos favorecidos de la escala social, así como de su raíz netamente portuaria. Los dos personajes continúan charlando junto al comercio andariego por algunos instantes más.


Más tarde, a tono con el cambio de suerte que propone el argumento, vemos al inefable Arias disfrutando de un distinguido banquete en una fastuosa mansión de la época. Por supuesto, no falta el toque humorístico que evidencia la falta de refinamiento del humilde héroe de la historia. En determinado momento, un camarero le retira la entrada cumpliendo con los diferentes pasos del menú. Sorprendido, el buen hombre comenta: “aquí no se puede ni hablar; en cuanto uno se descuida le sacan el plato”.


Tras concluir la cena, el mismo grupo del banquete se dirige a un establecimiento bailable para divertirse. Lo que podemos ver entonces no es otra cosa que uno de aquellos legendarios cabarets de la ciudad, en este caso dotado de la mejor categoría disponible. Las escenas del caso nos muestran parejas bien vestidas danzando en la pista al compás de un tango, mientras el grupo de nuestro interés se encuentra sentado en una mesa ubicada en el sector del palco. En ella no falta la bebida asociada siempre a este tipo de entornos: el Champagne, posiblemente un francés genuino en virtud de la época, cuando los espumantes argentinos todavía no resultaban  numerosos en el mercado.


La escena final, otra vez dentro del barrio pobre, sirve para confirmar la zona en que transcurre la historia y le da nombre a la cinta, gracias al típico paredón costero de diseño inconfundible que supo erigirse desde la Dársena Sur hasta las inmediaciones del actual Aeroparque Metropolitano (inexistente en aquel entonces).


Así concluye esta antigua película filmada hace casi ochenta años, que nos ha servido una vez más para revivir antiguas formas y entornos de consumo en la Argentina del ayer.

Notas:

(1) Breve ficha técnica: “Puerto Nuevo”. Dirección: Luis César Amadori y Mario Soffici.  Guion: Luis César Amadori y Antonio Botta. Intérpretes: Pepe Arias, Alicia Vignoli, Charlo, Sofía Bozán, José Gola. Estrenada el 12 de Febrero de 1936.
(2) Efectivamente, para la década de 1930 había algunos asentamientos de ese tipo en la zona de Retiro, junto a la sección portuaria de referencia. Para los que no están familiarizados con el tema, el Puerto de Buenos Aires se dividía entonces en cuatro partes llamadas “secciones”. De norte a sur eran Puerto Nuevo, Puerto Madero, Riachuelo y Dock Sud.
(3) Además de las pruebas periodísticas y bibliográficas, muchas fotografías antiguas son útiles para testimoniar que en sus comienzos los carritos eran carros en el sentido literal y bien primitivo del término. Generalmente estaban situados en cercanías de los muelles para aprovechar la gran masa de trabajadores efectivos y de desocupados en busca de una “changa”. Con los años se fueron  trasladando a la costanera norte, donde obtuvieron celebridad y llegaron a ser restaurantes correctamente edificados. Hoy conviven allí algunos locales inmuebles con una nueva generación de carritos móviles. Las dos imágenes a continuación datan de las décadas de 1920 y 1930, aproximadamente.

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