lunes, 21 de septiembre de 2015

Martini & Rossi: ¿la primera elaboración argentina de vinos con burbujas?

Por su carácter de líder en la elaboración de bebidas, Martini es una marca cuya historia resulta fácilmente accesible en muchos sitios de internet. Sin embargo, la gravitación que tuvo en nuestro país ha sido particularmente importante, al punto de constituirse como patria de la primera sucursal fuera del propio territorio italiano. Todo comenzó en 1863 cuando los socios  Alessandro Martini,  Teófilo Sola  y  Luiggi Rossi adquirieron  una pequeña fábrica del ramo en Torino. Muy pronto  sucedieron  dos  hechos trascendentales  para  el emprendimiento.  Primero,  la  mudanza a la  localidad  de Pessione, situada muy cerca de allí, en el camino hacia Asti.   Y pocos  años  más  tarde,  en  1879,  ante  el prematuro fallecimiento de Teófilo Sola, el cambio de la razón social por Martini & Rossi. A partir de entonces, la compañía inició una agresiva política de expansión internacional con la apertura de nuevos mercados  y  diversas agencias destinadas no sólo a distribuir  y vender, sino también a elaborar los productos más destacados de su creciente cartera bajo supervisión de la casa matriz.   La pionera de todas esas filiales ultramarinas se estableció en Buenos Aires, a más de 10.000 kilómetros de distancia, más precisamente en un paraje bastante descampado que hoy -ya muy crecido- llamamos “Villa Urquiza”, pero que en aquel entonces era conocido por el nombre de  Villa Catalinas (1).


La edición 1895 de la Guía descriptiva de los principales establecimientos industriales de la República Argentina nos brinda una completa y detallada reseña sobre las instalaciones de la sociedad en pleno funcionamiento, que impactan (como tantas otras de la época) por su vastedad y diversificación productiva. El inicio hace hincapié en el “cuadrado perfecto” que forma el edificio al ocupar la manzana completa y luego señala un amplio salón donde son estibados no menos de 3.000 cajones conteniendo  licores  diversos,  junto  a  una dependencia inmediata en la que se verifican las impresiones de los cajones (2) indicando tipo y marca. Más adelante conocemos los sectores que forman el “corazón” de la casa, como el alambique a vapor y el laboratorio instalado con mucho orden y gusto (…), cuyas paredes se hallan cubiertas por diversos estantes que guardan un capital en drogas, las cuales, así como las etiquetas y cápsulas, son enviadas en gran cantidad por la casa matriz.  A  continuación,  los cronistas visitan los infaltables departamentos de tonelería y carpintería,  este último dotado de sierras,  tornos  y  taladros, entre otras máquinas herramientas. Por supuesto, no faltan varios depósitos de botellas y cascos vacíos que son preparados y lavados debidamente antes de recibir el líquido para el que se destinan.


Ahora vamos a ver por qué hablábamos de un portafolio diverso.   Luego de cierta sección destinada a la elaboración del vinagre,  en la cual se aprovechan todos los bajos  (sic) productos de la casa, fabricándose el vinagre al estilo de Orleans, la atención se enfoca en el depósito de vinos recibidos directamente de la casa principal de Torino en volumen de diez toneles con 5500 litros cada uno y una gran cantidad de cascos para la venta,  que poblaban el piso del almacén.  No  menos importantes son los departamentos dedicados a la elaboración de licores en general, con capacidad de 8 grandes toneles, y al fundamental  vermouth,  con nada menos que 9 toneles de 18.000 litros de capacidad y tres menores. Finalmente acceden al lugar donde efectúan las operaciones de (textual)  embotellamiento,  taponamiento, capsulación  y etiquetage, realizadas por “una porción de mujeres” que luego colocan las botellas en grandes hileras. Huelga decir que cada recinto es profusamente descripto mediante abundante data técnica  y  un inequívoco tono de elogio por el orden  y  la limpieza reinantes. Refiriéndose a la filtración, el texto asegura que no es extraño que sea tan límpido el vermouth de los señores Martini & Rossi, así como que pueda permanecer diez o más años en una botella sin que arroje ningún sedimento.


Pero dejamos intencionalmente un párrafo para el final, ya  que  su  transcripción  nos  genera  el interrogante histórico que dio título a la entrada. Se trata del departamento de elaboración de los vinos espumosos (3) delineado de la siguiente manera, con algunas citas textuales: en un gasómetro se fabrica el gas, que es trasladado hacia una gran depósito de hierro y luego a una “caldera” de 700 litros de capacidad donde el vino preparado espera la  adhesión  del  gas  que  después le  ha  de proporcionar la condición de espumoso. Por medio de un grifo especial el chispeante producto avanza velozmente a las botellas para un taponado completo que contempla una máquina para preparar los alambres que cruzan el corcho y otras dos para colocarlo. Bien, sabemos que la producción de vinos espumosos bajo el método de segunda fermentación natural o champenoise no llegaría hasta la siguiente década de la mano de los ensayos iniciales -e independientes entre sí- de  Juan Von Toll  y  Luis Tirasso.  Por esa razón,  no deja de sorprender que ya en 1895 existiera en la Argentina una empresa con tanta expertise en el mecanismo de gasificación artificial aplicado a la enología, aunque eso se comprende en parte por el prestigio y la trayectoria internacional de la firma, cuya sede central se erguía a pocos kilómetros de uno de los epicentros mundiales de la especialidad.     Y aunque la reseña especifica que los vinos eran enviados desde Italia, queda claro que la operación de nuestro interés era íntegramente realizada aquí, por lo cual se trataría de la primera elaboración de vinos con burbujas efectuada en nuestro país ¿Habrá sido, en efecto? En principio asumimos que sí, hasta tanto encontrar  indicios que lo desmientan.


De un modo u otro, Martini Argentina continuó ofreciendo sus productos al público nacional desde entonces hasta hoy, e incluso llegó a exportarlos a algunos mercados internacionales sumamente competitivos (4). Entre las décadas de 1940 y 1960 la marca era frecuentemente publicitada en los medios masivos, especialmente en la radio, el cine y la naciente televisión. Qué bueno es entonces repasar algunos apuntes sobre los orígenes locales de esa historia con amplio renombre y suceso comercial.


Notas:

(1) Muchos años después, precisamente el 24 de octubre de 1930, Martini & Rossi adquirió un terreno de 3.010 m2 en la localidad de San Martín e inició la construcción de una nueva planta.
(2) Recordemos que el cajón de madera (generalmente de doce unidades) era entonces el contenedor por excelencia para las botellas de bebidas, al igual que lo es hoy la caja de cartón.
(3) En esa misma sección se mencionan tres toneles destinados al coñac.
(4) La siguiente es la foto de una etiqueta de exportación que podría datarse aproximadamente en los decenios de 1920 o 1930, donde se aprecian las leyendas en inglés Product of Argentine, Argentine Vermouth, Produced by Martini & Rossi Ltda. Buenos Aires y Sole Distributors for the United States W.A TAYLOR & Co. New York.


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