Contrariando lo que muchas personas creen en la actualidad,
la Argentina finisecular del XIX
presentaba una amplia gama de escaños sociales. En el ámbito urbano, el piso de
la clase baja estaba compuesto mayormente por los inmigrantes europeos recién
arribados, quienes –en principio- se veían obligados a realizar trabajos
ocasionales y mal pagos. Luego, en escala ascendente, venían los obreros con mejor calificación laboral o más antigüedad en el país, capaces de acceder a
condiciones levemente más dignas de trabajo, vivienda y alimentación. Por su
estabilidad laboral, un poco mejor vivían los empleados administrativos, los
dependientes del comercio y los empleados públicos, que formaban la clase media
de la época. Encima de los mencionados se situaban los comerciantes, los
pequeños empresarios y los profesionales universitarios (la clase media
acomodada), para finalizar con la clase alta propiamente dicha, sostenida por
el naciente empresariado industrial de cierta envergadura y por hacendados de todo tipo.
Considerando ese arco de grupos humanos con diferentes
ingresos y posibilidades de consumo, no resulta sorpresiva la generosa oferta
de productos asequible en aquel tiempo. Tanto la dinámica importación como el
embrionario sector manufacturero nacional del alimentos y bebidas estaban
plenamente abocados a la tarea de proveer
todo tipo de artículos para una población en continuo ascenso, no sólo
por el consabido fenómeno de la inmigración, sino también por el carácter
prolífico de los matrimonios, que llegaban a engendrar habitualmente más de
diez o doce hijos. Sabemos que las poblaciones poco fértiles envejecen, mientras que exactamente lo contrario sucede
con aquellas productivas. Así, si realizáramos una hipotética caminata por
cualquier ciudad del país en la década de 1880, nos impactaría la enorme
cantidad de niños invadiendo calles, plazas, escuelas y todo espacio
concebible, público o privado.
Una sociedad joven es una sociedad que ama las cosas dulces,
pero iremos un poco más allá: en esta tercera entrada de la serie de los
productos gourmet en el censo 1887 vamos a enumerar, primero, todos los tipos y
marcas de galletitas y bizcochos. Luego los dulces en su más amplia acepción y modelos de presentaciones, y finalmente los chocolates, los cafés, los tés y las yerbas. Recordemos que cada separación
por comas indica un producto (de una misma marca o tipo dentro de paréntesis)
En algunos casos se presentan las traducciones de ciertos términos ingleses
bastante obvios, pero eso no es más que la transcripción textual de lo apuntado
en la estadística que nos ocupa, con excepción de algún que otro error ortográfico garrafal que no aportaba nada y que fue corregido.
Galletitas: Bagley (surtidas, sueltas, Joya, Perla, Nic-Nac, Media Luna, Escuela, variedad, Lola, maizena, Patti) Inglesas: Huntley and
Palmers (1), Natividad, Surtidas
(mixed) y maizena, Osborne y Albert, Ginger Nuts y Queen, Marie, Crackmell y
Wafers, Perla (pearl), Garibaldi, Soda, Queso (cheese), Leche (milk), Agua
(water), German, Rusk gem, Nursery, Marionette, Nuez de Coco (coco nuts),
Fancy, Sweet Wafers de limón, Vainilla, Rosa, Plain Oat Cakes, Empress.
Dulces en general: albaricoques al natural A. Gruget, ananás
enteros (Fine Apples), confites ingleses, crema de chocolate y bombones,
cáscaras de limón y naranja, cáscaras de limón
inglesas, cáscaras de limón citrón, ciruelas al natural A. Gruget,
dátiles en caja, duraznos al natural (tarro), duraznos al natural A. Gruget,
dulce de naranja Bagley, dulce de membrillo, dulce de durazno en pasta, dulce
de Brasil (surtido), dulce de París (surtido), frutas secas cristalizadas,
frutas al jugo, frutas inglesas, guayaba en cajas, dulces ingleses de C y B
Jans, damascos y guindas C y B, jalea de membrillo, mermelada de naranja, peras
en tarro.
Chocolates y cacaos: Cacaos:
Van Houten, Epp’s, Homeopático Fry,
Caracas. Esencia de cacao de Cadbury, esencia con leche preparada. Chocolates:
La gallega, Godet Seminario, Menir,
blanco, bronce, azul, rosa, verde, amarillo, Caracas de Fry, con leche
preparado.
Cafés: extracto de café, Yungas (crudo, tostado,
molido), Martinica (crudo, tostado, molido), Moka (crudo, tostado, molido),
Bourbon (crudo, tostado, molido), Caracolillo (crudo, tostado, molido), Brasil
1ª clase (crudo, tostado, molido), de cebada, de achicoria, café con leche
preparado (tarro), torrado Estrella, torrado Saint.
Tés: De la Corte N° 100, De la Corte N° 1000, N°
500 Caravan Tea, N° 27 Kaison Congou, La Argentina Souchong, La Porteña
Souchong, La Criolla Souchong, La Patria Souchong, In Te Vivo, TBS Congou N° 8,
N° 105 Kaison Congou (suelto o en lata), N° 104 Kaison Congou, Magnolia, Común.
Yerbas: Paraguaya TL, Paraguaya MF, Paraguaya
Estrella, Paranaguá (2), Argentina.
Como siempre, bien valen unas breves reflexiones. Para
empezar, ¿alguien se imaginaba semejante diversidad y especificidad de orígenes
y jerarquías en productos como el café y el té? Seguramente que no al pensar en
esa época tan lejana, pero parece ser un hecho cada vez más incontrovertible el
variopinto repertorio gourmet que
existía entonces en los buenos comercios argentinos. También se vislumbra lo dicho al principio sobre el abanico de extracciones sociales representadas en
la lista, ya que no pertenecían a la misma clase social los que consumían, por ejemplo, un fino café
colombiano caracolillo y un café de achicoria. Lo mismo puede
decirse de la diferencia entre las célebres y populares galletitas Lola, de Bagley, y los elegantes biscuits de la mítica fábrica Huntley and Palmers, proveedora de la
casa real de Gran Bretaña.
Pero así era esa Argentina del ayer, cambiante y
emprendedora, que continuaremos examinando a través de sus consumos pretéritos.
En la próxima y última entrada de esta serie nos enfocaremos en todas las
bebidas que ingerían los habitantes de la patria: aperitivos, cervezas, vinos,
licores, refrescos y demás.
CONTINUARÁ…
Notas:
(1) Huntley and Palmers fue una antigua fábrica inglesa de
galletitas y bizcochos cuyas marcas estuvieron de moda a fines del siglo XIX y
principios del XX. Entre otras cosas, se caracterizaba por el esplendor gráfico
de sus envases y publicidades, casi
siempre alusivas a diferentes estampas del viejo imperio colonial británico.
(2) En ese entonces se le decía Paranaguá a la yerba del Brasil, considerada inferior a la del
Paraguay. La industria argentina del ramo era aún muy incipiente.
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