Otra vez, para presentar una nueva entrada de esta serie de
antologías, elegimos la cómoda y efectiva opción de remitirnos a la primera oportunidad
en que encaramos el tema. Hablamos del
24 de enero de 2012, cuando decíamos lo siguiente: “el análisis de los consumos pretéritos abarca muchos aspectos, desde
los productos en sí mismos hasta la gente que hacía uso de ellos, pasando por
las industrias que los generaban y los comercios que los expendían. Este último caso representa un mundo aparte, dado que cada actividad contaba con
establecimientos cuyas características eran propias y bien diferenciadas del
resto de los rubros (…) Por ese motivo abrimos una serie de entradas sobre las
estampas de los viejos comercios argentinos (y especialmente porteños), en las
que vamos a intentar la recreación de los atributos, los ambientes y los
entornos históricos que enmarcaron a esos recordados –y recordables- sitios del
quehacer cotidiano nacional”. No hay mucho más para señalar, excepto que
dicho ciclo temático abarcó diez entradas durante tres años completos, desde el
citado enero de 2012 hasta diciembre de 2014.
Así pasó por nuestras reseñas un grupo de locales nutrido y
variado: cervecerías, lecherías, cigarrerías, confiterías, mercados, almacenes, fondas, cafés, cafés con entretenimientos adyacentes (billar, bochas, frontón,
reñidero) y ferias callejeras ambulantes. Algunos de estos modelos de las actividades
mercantiles de antaño todavía subsisten, aunque fuertemente cambiados y venidos
a menos. Otros desaparecieron por completo, mientras que un par ha vivido un
inesperado resurgimiento de acuerdo con diferentes circunstancias coyunturales.
Las cervecerías, por ejemplo, han resucitado gracias a la moda de las llamadas cervezas artesanales. Las confiterías,
en cambio, cuentan con algunos baluartes convertidos hoy en lugares notables de la ciudad, lo que fortalece su
permanencia en el tiempo y su éxito comercial manteniendo intacto buena parte
del entorno arquitectónico original.
Pasemos sin más a la lista ordenada por aparición
cronológica, con los debidos enlaces para aquellos curiosos que deseen descubrirlas o repasarlas:
Las cervecerías
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la cerveza vivió un
verdadero auge en el consumo de los argentinos. Tal vez como resabio de aquella
gloria, las cervecerías que proliferaron desde comienzos del siglo XX
permanecen en la memoria con sus platos y su ambientación alusivos a la cultura
germánica. http://goo.gl/MkhS1y
Las lecherías
Recordadas aún por muchos habitantes de las grandes ciudades
patrias, las lecherías fueron refugios de carácter muy especial donde no sólo
se podía disfrutar la gama completa de los líquidos lácteos (leche fresca,
crema, yogur, etcétera), sino también un completo servicio de cafetería, chocolatería y
heladería. http://goo.gl/D9HvjM
Las cigarrerías
El tabaco es una de las primeras manufacturas que tuvo el territorio del Virreinato del Río de la Plata, toda vez que sus productos
se complementaban con los prestigiosos artículos de ultramar. Durante más de
ciento cincuenta años, las cigarrerías fueron locales dedicados plenamente a las
especialidades tabacaleras. http://goo.gl/xGX6q1
Las confiterías
Hoy solemos asociar el término confitería con la fabricación
panadera especializada en dulces y confituras. Pero en otros tiempos, las
confiterías eran locales de servicio gastronómico ubicadas en una jerarquía
superior al resto de sus congéneres. Las recordamos a través de algunos
emblemáticos ejemplos porteños. http://goo.gl/OZ4nwV
Los mercados
En forma casi paralela a la formación de las principales
ciudades del país, los mercados concentradores con despacho al público se
fueron formando en los llamados “huecos” existentes entre las trazas urbanas. A
través de su larga historia como modelos de la actividad mercantil, algunos
alcanzaron una fama perdurable. http://goo.gl/2lfbOU
Los almacenes
¿Quién no recuerda los almacenes de barrio emplazados en
toda ciudad o pueblo hasta no hace mucho tiempo? Por supuesto, se trata de una
estampa imborrable asociada con las imágenes positivas de la antigua vida de
vecindad. Grandes o pequeños, más o menos surtidos, son reductos que hicieron a
la historia nacional. http://goo.gl/R0FMlB
Las fondas
Si bien nadie reconoce actualmente las diferencias, hace
mucho tiempo había una clara distinción entre el bodegón, la cantina, el
boliche y la fonda. Esta última representaba el escaño más bajo de calidad y
extracto social, pero la rescatamos como humilde representante de todas sus análogas
en los tiempos idos. http://goo.gl/hHVCCN
Los cafés
Modificados, innovados y claramente “tuneados” para adaptarse a los requerimientos de la modernidad,
los cafés constituyen quizás el úncio de los bastiones gastronómicos históricos
que ha logrado sobrevivir hasta nuestros días. No obstante, le dedicamos
algunas líneas a su estampa en los días del ayer. http://goo.gl/lOSySc
Los cafés con billar,
bochas, frontón o reñidero
El éxito de un emprendimiento asociado a la gastronomía no
siempre estuvo atado a la calidad, el precio o las bondades de su oferta
comestible y bebestible. Hace mucho tiempo (realmente mucho), hubo sitios que
se destacaban por sus “divertimentos aledaños”, desde los juegos de salón hasta
los de patio. http://goo.gl/SQv7dv
Las ferias
La última de las entradas relativas a las estampas del comercio
antiguo estuvo enfocada en las ferias callejeras que tanto
proliferaban por los barrios de las pretéritas metrópolis argentinas. Bastante similares
a los mercados (con los cuales tenían elementos en común), poseyeron, sin
embargo, su propia personalidad. http://goo.gl/pY7qDS
Así concluimos la resumida glosa que nos ha convocado en
esta ocasión, cuyo propósito es simplemente acercar a los nuevos lectores del
blog la posibilidad de ubicar determinadas entradas unidas por un eje temático
común. Y a los lectores veteranos, la
de revivir algún texto que oportunamente haya sido de su interés.
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