Bastante notable fue la cantidad y variedad de productos que
analizamos en la primera entrada de esta serie subida el 30 de marzo pasado. A través de ella quedó debidamente probada esa imagen de estereotipo que señala a
los argentinos de la belle epoque como adictos al consumo de artículos importados, en especial dentro de ciertas
clases que por entonces intentaban frenéticamente copiar las modas que
arribaban desde Europa, incluyendo las usanzas de vanguardia en la cocina y en la mesa. En esa oportunidad señalamos
también lo errado que resulta imaginar a las artes culinarias de la época como
primitivas y rudimentarias. Bien al contrario, las amas de casa y los
establecimientos gastronómicos de finales del siglo XIX tenían a su disposición
una formidable batería de materias primas (doblemente remarcable por la
heterogeneidad de sus procedencias), así como toda clase de salsas, aderezos, condimentos, aceites, esencias y demás efectos típicos de las cocinas complejas
y elaboradas. Por supuesto que acceder a dicha gama no estaba al alcance de
todos, ya que era necesario contar con los recursos suficientes, pero nuestra
intención radica en señalar que durante la década de 1880 semejante pelotón de
manufacturas comestibles se encontraba disponible en las estanterías de los
buenos comercios argentinos.
Hoy nos dedicaremos más que nada a las conservas y los embutidos, sin olvidar otros alimentos que componen un repertorio
significativo. El predominio abrumador de las etiquetas de ultramar se
constituye con una sólida presencia de los renglones franceses e ingleses y una menor participación de los españoles e italianos. Es importante advertir otra
vez que el inventario aquí dispuesto no representa la totalidad de los
artículos apuntados en el censo, sino sólo aquellos que resultan sugestivos e
interesantes por su tipo, calidad, nombre o presentación. En el compilado
original tampoco faltan los errores ortográficos (especialmente cuando se trata
de apelativos extranjeros), que hemos corregido en aras de una buena lectura,
además de avizorar que determinados productos son presentados más de una vez
con nombres diferentes, por lo general cambiando los usos idiomáticos. Tal es
el caso de los alcauciles, volcados primero como como tales y luego como alcachofas, o los hongos, mencionados en
distintas ocasiones en su modo español, en el inglés (mushrooms) y en el francés (cepes).
Cada separación por comas indica un producto. En la medida de lo posible, las descripciones fueron transcriptas de manera textual.
Arenques: sueltos, en lata colorados, en lata blancos,
en latas “a la sardina”, endiablados, kippered, ahumados.
Carnes envasadas: de Paysandú, de Chicago, picada.
Grasa: de cerdo, de vaca, de carnero Palmitina, de
vaca Margarita, de vaca Santa Elena.
Harinas: de avena, de avena en tarros, de arroz,
láctea de Nestlé, de maíz, de papa, de trigo, de arvejas, inglesa Symington’s.
Hongos: secos Mushrooms, al natural (franceses), de
Andrea Corte (italianos).
Ostras: Murray, Águila, Cove.
Patés: gras truffé, gibier, canard, de perdrix, de
Estrasburgo.
Pastas: de Yarmouth, bloater, de pavo, de lengua, de
carne, de jamón, de pollo, de ave, de anchoas, de camarones, de langostas, de
salmón.
Salchichas: de jamón, de lengua, de pollo, de Bologna,
de Oxford, de Cambridge.
Sardinas: sin espina de Lemarchand, Amieux Freres, con
espinas, trufadas Royans a la Vatel, con tomates.
Sopas: de tortuga, de cola de toro, Mulligatawny (1), de ostras, Juliana.
Hay además productos accesorios que dejamos para la
siguiente lista, donde sugiero poner la atención sobre un par de comidas preparadas y envasadas que
raramente asociamos con aquellos días lejanos, y mucho menos con la venta a
escala comercial, como el mondongo y
los escabeches en tarros. También aquí se sitúan los ítems gastronómicamente más
“lujosos”: langosta, caviar y trufas.
Otros: alcachofas, alcaparras, anchoas en aceite,
anchoas en salmuera, bacalao (con y sin espinas), calamares en su tinta A.
Gruget, caviar, conserva de tomates, conservas españolas, cepes al huile,
chorizos de Extremadura, espárragos, jamones, jamón endiablado en tarros,
langostas en tarro, lenguas ahumadas, lenguas de Paysandú, mortadela de
Bologna, maquereaux (caballa) Lemarchand,
maquereaux kippered, manteca danesa, mondongo a la moda de Caen, patas de
cerdo, perdices en escabeche, perdices en escabeche A. Gruget, pimientos de
Calahorra, salchichón de Milán, salchichón de Génova, salmón americano, tapioca
(suelta y en paquetes), tocino Adamson, tocino del país gordo para mechar,
trufas.
¿Qué nos aguarda en la próxima entrada de la serie? Un
nutrido listado compuesto por dulces, jaleas, galletitas, bizcochos, cafés, tés
y demás infusiones, tanto nacionales como importadas. Será otra ocasión para el
análisis del consumo masivo argentino en los cambiantes y dinámicos años del
1880.
Notas:
(1) Mulligatawny es
un plato típico de la India con diversas variantes, que por lo visto llegaba
hasta aquí merced a la importación desde Inglaterra o USA. El ingrediente primordial de la preparación es la pimienta, pero existen versiones
con cúrcuma o perejil. Según algunas fuentes, el agregado de carne es muy
propio de los anglo-indios y así solía envasarse en latas, por lo que podemos
tomar a ese modo en particular como el compareciente en los puertos patrios por los años ochenta
del siglo XIX. De hecho, todavía hoy es comercializado por la célebre firma
norteamericana Heinz , aunque ya no
en Argentina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario