“Allá por el año 1880, don Abel Saint fundaba en Buenos Aires un
pequeño comercio dedicado a la tostación de Café”. Así comienza la reseña
histórica de la que fuera una de las empresas chocolateras más importantes del
país: Águila Saint, cuya planta del barrio porteño de Barracas llegó a
constituirse como un verdadero símbolo de la pujanza industrial alcanzada por ese vecindario en los viejos tiempos. Todo ello lo obtenemos de un completísimo
catálogo del año 1935, cuando el establecimiento de marras se encontraba en la
plenitud de su envergadura productiva y su alcance comercial. Y para ello basta
referirse a algunos números asequibles en este antiguo nomenclador
elegantemente impreso (prácticamente un libro de 74 páginas y tapa dura), como
los 306 productos ofrecidos a sus clientes -contando cafés, chocolates, cacaos,
caramelos, dulces, helados y pastillas en sus múltiples presentaciones y
disponibilidades- (1), o las 95 sucursales abiertas en pueblos y ciudades de
todo en nuestro territorio, amén de los comercios emplazados a tal efecto en
Montevideo y Asunción del Paraguay.
Pero continuemos con el devenir
del emprendimiento. “Hacia el año 1890,
después de haber concurrido la pequeña fábrica a las exposiciones de Paraná y
de Santa Fe, se incorporaba a la misma la elaboración del chocolate Águila”, asegura el informe, y continúa: “el
progreso cada vez mayor de esta industria obligó a su fundador a trasladarse
del local que ocupaba en sus comienzos (2) a otro situado en la calle Santiago del Estero, del barrio de
Constitución”. Sin embargo, no pasaría mucho tiempo para que el éxito
obtenido obligara a un nuevo traslado, esta vez a un terreno de 4.000 metros
cuadrados (3) sobre la calle Herrera, entre Brandsen y Suárez, donde levantó su nueva planta de chocolatería, tostado de
cafés, embalaje y expedición. A don Abel le sucedieron sus hijos Enrique y
Pablo Saint, quienes continuaron expandiendo el negocio con la apertura de
filiales y el desarrollo de nuevos productos. Así queda expresado en el
volumen, que asegura: “…más tarde fue
agregada la sección “Laponia” destinada a la preparación de las populares
cremas heladas, que trajo como consecuencia la creación de una importante
planta para pasteurizar y desecar la leche que se utiliza en todos los
productos lácteos de la firma”. Y no todo concluye ahí, ya que “…desde hace años la sociedad incorporó los
dulces “Corimayo”, elaborados en una moderna planta sita en Burzaco, a unos 30
kilómetros de Buenos Aires, junto al lugar mismo donde son cosechadas y
seleccionadas cuidadosamente las frutas que luego se emplean en su
elaboración”.
Al momento de editarse el
testimonio gráfico que nos ocupa, la empresa contaba con 1.000 operarios de
planta, entre hombres y mujeres, sumados al personal de ventas de todas las
sucursales diseminadas por el interior, en cantidad de 800 empleados. Para llevar
los productos de Saint Hermanos a los distintos rincones del país eran
utilizados 300 vehículos, entre automotores y tracción a sangre, y para la
distribución de las cremas heladas Laponia existía un cuerpo especial de 700
vendedores ambulantes prolijamente uniformados. Un despliegue que no debe
sorprender, por cierto, si tenemos en cuenta la calidad y variedad de artículos
creados por la notable factoría, que a continuación enumeramos someramente por
grupos genéricos según su aparición en el catálogo: almendras confitadas, avellanas, barritas de chocolate, bizcochos de chocolate, bombones, bomboneras,
cafés (en grano, al vacío, express, Santos,
superior y torrado), chocolates (presentaciones diversas), chocolatines,
comprimidos con leche, coberturas, cacaos, caramelos Ophir, caramelos de fruta, cascarilla, cremas Laponia, dulces Corimayo,
dulce de leche, hielo (seco y común) (4), manisetes, mentas al chocolate,
nougatines, pastillas (sabores varios), perlas de anís y bombones Tofi, entre otros.
Uno tiende a pensar que semejante
portento industrial y comercial no habría de terminar nunca, pero el paso del
tiempo suele ser implacable. Entre cambio de hábitos de consumo, aparición de
nuevos competidores y crisis recurrentes, los productos Águila se fueron
opacando a partir de la década de 1970 hasta ingresar en un pronunciado declive
que incluyó el cierre definitivo de la gran planta de Barracas, donde hoy se
levantan un supermercado y otros emplazamientos comerciales tipo outlet. Vale aclarar que la marca de
chocolates aún existe, aunque éstos son elaborados por un gran grupo del rubro
alimenticio, seguramente con mucho menos cacao que en sus buenos tiempos.
Notas:
(1) En diferentes períodos de su
existencia, Águila supo contar con otros artículos que no aparecen en el
catálogo de 1935, como yerba mate.
(2) Con domicilio en Artes 515
(actual Carlos Pellegrini). En el libro se observa cierto dibujo al respecto,
probablemente la reproducción de una antigua foto. La leyenda impresa en el
cartel es muy propia de la década de 1880 y anteriores, cuando era común
escribir cafee en lugar de café.
(3) Eso ocurrió en 1894. Con el
tiempo y numerosas ampliaciones llegaría a 20.000 metros cuadrados, el
equivalente de dos manzanas.
(4) La fábrica contaba con una
sección de gas carbónico construida a tal efecto, que evidentemente excedía las
propias necesidades. El sobrante de hielo era vendido a otras industrias y
comercios.
Excelente nota! Muero por un comprimido Aguila...
ResponderEliminarSi a mi me pasa lo mismo ,mi abuelo me lo compraba en la estacion Contitucion
EliminarEl comprimido Aguila no fue creado para vender cómo golosina, la idea era para ser utilizado por las fuerzas armadas. Con agregado de agua se convertía en una tasa de chocolate con leche.-
Eliminardonde hay un pocillo blanco con plato octogonal que venian de propaganda con el cafe?
ResponderEliminarYo los tengo. Con el sello del aguila abajo de la taza. Tengo 8 pocillos y 5 platos.
ResponderEliminartrabaje muchos años en esa empresa. guardo grandes recuerdos.
ResponderEliminarYo fui metodista de fábrica 1964-1968.-
Eliminaren ella trabajaba un tal Aquilino Blanco..siempre me contaba la cantidad de gente que habia ,, y su desempeño .. que lastima que todo termina..
ResponderEliminarPor qué no fabrican más el Comprimido Águila,por favor! Qué recuerdos!
ResponderEliminarmenos mal que no lo fabrican.. los ataques de higado eran terrorificos
ResponderEliminarLos mejores chocolateeeeeee aguila
ResponderEliminarQue paso con el exquisito comprimido??? Que recuerdos. Era imposible no sucumbir ante la tentación de echarle un mordisco y esperar que fuera incurporandose y ablandando en la boca. Les agradecería si tienen una imagen de propaganda antigua para mi pieza de los recuerdos.
ResponderEliminarMuchas gracias
Jajajaja, mi bisabuelo era vendedor de chocolates águila saint en Uruguay
ResponderEliminarRecuerdo los patitos saint decada del 60. Alguien los recuerda?
ResponderEliminarSiiii!!!!
EliminarAlguien sabe porque le puso un aguila en la esquina de la fabrica en barracas
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