Independientemente de las noches bulliciosas y del oficio
más antiguo del mundo, es necesario señalar que el ciclismo era furor en la
época, y que el parque se constituía como uno de los lugares preferidos por sus
aficionados practicantes. En ese orden de cosas, un típico local de actividades
duales (con pista para velocípedos incluida) fue la Pista Ciclista y Restaurant Belvedere, origen del Club Italiano que
comenzó como institución deportiva y estaba ubicado en Avenida Alvear 595.
Otro, llamado directamente Velódromo,
se situaba cerca de la avenida Figueroa Alcorta y Sarmiento. A pasos de allí, el
mismísimo y legendario Café de Hansen (1)
tenía también esa “doble personalidad” comercial, según la siguiente reseña de
Enrique Puccia: a primera hora, desayuno
para los niños que concurrían a Palermo. A media mañana, leche y yemas batidas
para jinetes y ciclistas. Al atardecer merienda o aperitivo. Con el anochecer,
comida. Después de las diez de la noche comenzaban a llegar, a pie o en coche
(según sus posibilidades económicas), la pléyade de hombres adictos al tango”.
Otros recordables son El
Kiosquito (chalet ubicado sobre la avenida Vicente Casares que aún existe,
muy cerca del Jardín Japonés), el Armenonville
(legendario salón bailable sobre Figueroa Alcorta que dio nombre a un célebre
tango de Juan Maglio) y el Pabellón de los Lagos, un émulo de los
actuales predios de exposiciones en el que se realizaban no sólo bailes, sino
también algunos de los banquetes más coquetos de la época. Se situaba dentro de
un majestuoso edificio de estilo islámico con estructura de hierro y superficie vidriada, y su concurrencia podía darse el lujo
de navegar en góndolas por un lago interno. Las dos fotos siguientes nos dan
una idea de su opulencia y sus dimensiones. En la imagen del interior, del año
1904, señalé con flecha un cartel que reza Vinos
del Trapiche (2). Aunque un poco más tardío, no podemos dejar de mencionar
al Palais de Glace, otro ejemplar cuya
edificación todavía permanece en pie.
La mayoría de estos locales fueron cerrando sus puertas en
las décadas de 1910 y 1920, conforme se acentuaba la parquización de la zona y
se hacían más estrictas las reglamentaciones relativas al funcionamiento de los
comercios del ramo. ¿Cuántas botellas de champagne o de Pernod se habrán consumido en esas mesas históricas, que fueron
testigos del nacimiento de un género musical? Seguramente muchas, tal como
ocurría en los miles de cafés y bares de la época. Recordar sus estampas es,
justamente, uno de los objetivos de este blog.
Notas:
(1) En una entrada de febrero de 2012 analizamos el
resultado de algunos descubrimientos arqueológicos en los terrenos del viejo
café de Hansen. Muy pronto vamos a subir otra entrada referida a un inventario
de comestibles, bebidas y tabacos realizado allí hacia 1890.
(2) La presencia del letrero (sugiero hace click en la foto para
ampliar) es sumamente testimonial de los comienzos de la industria nacional de
vinos de calidad, ya que en esos años la
importación europea tenía pleno control del mercado. Fue recién hacia 1915,
promediando la Primera Guerra Mundial, que las bodegas argentinas se lanzaron
de lleno a producir vinos finos en una forzada sustitución de importaciones
durante el conflicto bélico.
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