En ese orden de cosas, nuestro
blog no podía dejar de realizar una degustación de ejemplares emblemáticos
antiguos, no solamente por los motivos históricos y sociales enumerados, sino
también por su condición de arquetipos de la vieja industria nacional del ramo (1).
Gracias a la buena estrella que nos suele acompañar en estos casos, pudimos acceder a dos auténticos tesoros
embotellados: un Cinzano tradicional y un Martini Bianco fechados entre 1949 y
1960, con una fuerte posibilidad de pertenecer a los primeros años de ese período.
Por motivos expuestos en nota al pie (2),
personalmente les asigno el año 1953 como fecha de elaboración más aproximada.
Los participantes del evento fueron los miembros estables del equipo de cata de
Consumos del ayer, Enrique Devito y
Augusto Foix, a los que se sumaron varios amigos atraídos por el aroma del
chivito que se asaba lentamente a un costado del recinto de cata: Jorge
Martínez (dueño de casa), Alejo Berraz, Marcelo Murano, Antonio Fernández
(propietario original de las botellas, quien las donó gentilmente) Guillermo
Murias y Joaquín Hidalgo. La remoción de las viejas cápsulas de plomo no
presentó problemas, si bien los corchos se veían en un estado muy diferente
entre sí: intacto el de Martini y bastante deteriorado el de Cinzano, lo que se
condecía perfectamente con la merma de líquido visible en esa última botella.
Como consecuencia de ello y pese a los recaudos tomados, el tapón de marras no
pudo ser extraído y terminó dentro del envase, afortunadamente entero, sin roturas ni desmenuzamientos. El de
Martini, en cambio, fue quitado con bastante facilidad.
Servidos en pequeñas copas y en
distintas modalidades (puros, con hielo, con hielo y limón, con hielo y soda), los
añosos especímenes pronto nos dieron motivos de sorpresa. El Cinzano exhibía un
color “aleonado” o tawny, equivalente
a un teja vivo, mientras que el Martini se veía marrón oscuro (3). Luego, los
aromas evocaban el conjunto de especias típicas del vermouth joven, pero con el
ingrediente adicional de la oxidación prolongada, es decir, con algo de jerez
dulce (tipo amontillado o cream),
maderas y torrefacción. Todo ello, en conjunto, daba una impresión positiva, envolvente y compleja en ambos
casos, confirmada de inmediato a través de un sabor notable por madurez y
profundidad. No obstante, la etapa gustativa dio lugar a algunas divergencias
de opinión. La mayoría numérica (el que suscribe incluido) consideró que el
Martini presentaba un ligero desequilibrio entre el dulzor y cierto punto de
acidez final. En contraposición, el Cinzano pasaba por la
boca con mucho aplomo y balance, en el marco de notas que entremezclaban el
estilo típico de los buenos vermouths rojos con los ricos acentos provistos por
el añejamiento duradero. Pero, más allá de esos puntos de vista, el comentario
general fue que los dos prototipos se hallaban aún en un envidiable estado de
lozanía y resultaban demostrativos de la alta calidad alcanzada por la
industria argentina de bebidas hacia mediados del siglo XX.
Así, luego de viajar en el
tiempo y de sentirnos como parroquianos en un viejo bar porteño, nos vimos
obligados a salir de nuestro grato ensueño con el consuelo de pasar a una
actividad no menos placentera, que fue hacerle los honores al excelente chivo malargüeño
y toda su cohorte parrillera de chorizos, longanizas, morcillas y mollejas.
Digno final para una degustación histórica, que no será la última.
Notas:
(1) El Cinzano fue importado hasta
1925, año en que comenzó su elaboración local. Poco tiempo después, Martini
hizo lo propio. Las botellas pertenecen a la época en que ambas firmas eran filiales de sus respectivas empresas madres de
Torino, Italia. Cinzano concentraba sus operaciones en Cangallo 2901/71,
mientras que Martini & Rossi tenía
oficinas en Lavalle 1431 y planta de elaboración en la localidad de San Martín.
(2) Hasta fines de los años
cuarenta (aparentemente 1949), Cinzano utilizó etiquetas con la marca en letras pequeñas, como se observa en
el siguiente anuncio de 1945, publicado con motivo del cambio a mano derecha en las calles de todo el país.
En 1960 realizó una profunda
modernización de imagen a partir del célebre logotipo mitad azul y mitad rojo.
Eso nos da el piso y el techo cronológico de 1949-1960 con un alto grado de
seguridad.
Pero dado que también encontré
esta ilustración de 1953 con etiqueta idéntica a la de nuestra botella, decidí tomar
esa fecha como referencia precisa.
Del Martini hay menos indicios.
No obstante, un pequeño pedazo de estampilla fiscal remanente en su cápsula
indica un impuesto de $ 3,70, lo cual tiene relación lógica con los años intermedios de la década de 1950.
(3) Por razones técnicas que
sólo puedo conjeturar, todos los vermouths blancos adquieren un color marrón oscuro muy intenso con los
años, mucho más que los vinos blancos normales de igual antigüedad. Supongo que
debe tratarse de alguna reacción oxidativa que involucra al azúcar y las
especias utilizadas en su elaboración.
genial todo y gracias por compartirlo, un día de estos yo también tengo unas botellas antiguas deberíamos juntarnos y hacer unos cócteles
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