miércoles, 14 de noviembre de 2012

Nueva York, a 60 kilómetros de Buenos Aires

Un título como el de esta entrada despierta la curiosidad de inmediato, pero es necesario aclarar que la misma no tiene nada que ver con la “gran  manzana” del país del norte, sino con las doce manzanas que comprendía la otrora famosa calle Nueva York de Berisso. En efecto, ese pequeño núcleo urbano extendido a lo largo de seis cuadras (desde Valparaíso hasta Entre Muros)   llegó a ser considerado una ciudad en sí mismo por su ajetreada vida social y gastronómica, tanto de día como de noche. Además de los bares, restaurantes, cantinas, fondas y hoteles que allí existieron, la arteria de marras también fue célebre por sus locales nocturnos asociados a la prostitución y el juego. En definitiva, una composición de imagen relacionada con cualquier zona portuaria de los siglos XIX y XX en la que convivían barcos, marineros, industrias y trabajadores. Lo que se dice un amplio campo para el desarrollo de reductos especializados en comidas, bebidas y diversión.

 
Si bien ya existía un caserío desde 1810 merced al asentamiento de varios saladeros de carne, (Staples en 1810, Trapani en 1821, Juan Berisso en 1871, el saladero San Luis en 1879), el gran salto del progreso fue la inauguración del Puerto de La Plata en 1890. A partir de allí se sucedieron las típicas etapas que  marcan a los pueblos nacientes: loteos, construcción de viviendas, instalación de escuelas y apertura de comercios. En los inicios del siglo XX se produjeron  otros hitos al respecto, vinculados a la radicación de tres enormes plantas industriales: el frigorífico Swift (1904), el frigorífico Armour (1915) y la gran destilería de YPF (1923). La melancólica quietud que ofrece hoy el barrio en cuestión contrasta con la realidad visible en la foto siguiente, correspondiente a los últimos años de la década de 1920. En ella se observa la prominente figura del Armour al fondo y  la calle de Nueva York rebosante de vida, con sus tranvías y ómnibus junto a sus cafés, bodegones, almacenes, cigarrerías  y tiendas de ropa  (1).
 
 
Muchos testimonios hacen referencia a los comercios gastronómicos de la época de esplendor, que se extendió desde 1920 hasta 1970.   En  el  bar Sportman, por ejemplo, tocaba una orquesta de señoritas. En el “Bar de los Turcos” de Héctor Salim se vendían 480 sándwiches por día, consumidos ávidamente por la masa de obreros que entraba o salía de los frigoríficos en alguno de  sus tres turnos. Los memoriosos recuerdan especialmente a los trabajados rusos (2), que consumían profusamente grapa Mariposa (la de más alta graduación en ese tiempo), aunque la consideraban “un poco floja” y le agregaban pimienta. La noche era ciertamente movida, comparable con su equivalente de La Boca en términos de cantinas,  bailes, bullicio y negocios del pecado. El cabaret La Cambicha, según dicen, tenía 27 “pupilas” en muy buena forma, incluyendo la libreta sanitaria obligatoria en los tiempos de la prostitución legal. Otros rememoran los garitos como reflejo de la gran cantidad de dinero que corría por el barrio, al  punto de que alguien asegura haber visto una mesa de billar totalmente cubierta de billetes, y de los grandes.
 
 
Por supuesto, los vaivenes económicos del país sacudieron fuertemente a esa particularísima vecindad, dependiente en extremo de la vida portuaria y las industrias asociadas (3). A partir de la década de 1950, el fin del modelo agroexportador fue dejando lentamente sus cicatrices. La carne ya no era embarcada en cantidad y gran parte de las gigantescas instalaciones emplazadas con ese único  propósito empezaron a quedar obsoletas. La cronología es terminante: en 1969 cerró el frigorífico Armour y en 1983 hizo lo propio el Swift. Hacia comienzos de la década de 1990, en el marco de las políticas privatizadoras de ese período, la destilería de YPF redujo drásticamente su dotación de personal. Mientras tanto, los negocios iban cerrando, la gente emigraba y los tiempos se modificaban de un modo implacable. Y aunque la Nueva York de hoy, con su soledad y sus cortinas bajas, es objeto de no pocos (y loables) proyectos de revitalización de la mano de la cultura, es indudable que nunca volverá a ser la misma (4). Lo que sí podemos hacer, por suerte, es recordarla como era en sus años dorados.


Notas:

(1) A diferencia del resto de la ciudad de Berisso, la arteria de referencia no se encuentra ubicada en las cercanías del puerto, sino directamente dentro de él. Para quien  no conoce la zona, los canales laterales este y oeste marcan el límite portuario platense. Nuestra Nueva York se encuentra entre el canal este y el Dock Central.
(2) La numerosa  masa de trabajadores extranjeros, sumada al personal de los barcos de ultramar, convertía a la calle Nueva York en una verdadera comunidad cosmopolita. Allí convivían italianos, españoles, eslovenos, búlgaros, rusos, griegos, croatas, turcos, lituanos e ingleses, entre otros.
(3) Además de conocer personalmente la zona y de haberla caminado recientemente, el autor de este blog tuvo  la oportunidad de charlar sobre el tema con algunos vecinos de Berisso. Todos ellos  señalan que la enorme mayoría de la población activa trabajaba en la destilería o en los frigoríficos.


(4) Independientemente de los proyectos del área cultural, el viejo edificio del Armour ha sido reciclado para la instalación de un polígono industrial que, de hecho, ya funciona. Pero lo dicho sobre la imposibilidad de revivir el pasado es evidente: por más industrias que allí se alojen, los hábitos de vida han cambiado demasiado. A modo de ejemplo, los obreros ya no viven en las cercanías de sus lugares de trabajo, como antes, mientras que la operación marítima y portuaria está sujeta hoy a normas de seguridad que limitan fuertemente las diversiones en tierra de los marineros, tan comunes en otras épocas.

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