lunes, 12 de marzo de 2012

Cuando San Nicolás era una potencia vitivinícola 2

Desde la década de 1930, la superproducción de las provincias cuyanas había dado lugar a una serie de leyes tendientes a desalentar la producción masiva de vinos y a controlar los fraudes, a veces con métodos bastante violentos. Tal vez debido a su distancia de los centros más importantes del poder bodeguero, las regiones que sufrieron los controles más duros  - o directamente abusivos - fueron aquellas bien alejadas de Mendoza y San Juan. En forma concomitante se inició una sistemática campaña de desprestigio contra los productos provenientes de Buenos Aires y las provincias del Litoral, generalmente basada en el estallido de escándalos ampliamente difundidos por la prensa de entonces. Así, algunos establecimientos eran allanados y sus vinos intervenidos (es decir, inmovilizados por semanas, meses y hasta años en las piletas), al tiempo que los diarios dedicaban páginas enteras a esos hechos. No obstante, el final terminaba siendo siempre el mismo: una vez analizadas en los laboratorios del INV, las muestras obtenidas durante los allanamientos daban como resultado que los bodegueros involucrados eran completamente inocentes de las acusaciones de fraude que pesaban sobre ellos. Sin embargo, el daño producido a sus nombres y a la vitivinicultura de sus respectivas regiones no se reparaba jamás.


Bien lo saben los golpeados bodegueros de San Nicolás. El caso más recordado es el de diciembre de 1955, cuando 40 empresarios del vino fueron encarcelados acusados de adulteración y se vieron obligados a pasar unas tristes fiestas de fin de año tras las rejas, para ser liberados en los primeros días de enero de 1956. La causa judicial iniciada entonces culminó sin una sola condena, aunque muchos de esos mismos productores decidieron abandonar la actividad luego de sufrir semejante humillación. Otro caso que señalan los memoriosos consistía en una astuta maniobra con el vino a granel que realizaban ciertos fraccionadores de Buenos Aires. Como muchos saben, la compra de una partida de vino va acompañada de su correspondiente certificado de análisis del INV. Eso hacía que los vinos nicoleños, de baja graduación alcohólica, fueran adquiridos para realizar fraudes con vinos cuyanos de mayor alcohol, que a su vez eran estirados con agua y envasados íntegramente bajo los datos analíticos de San Nicolás. Cuando se generaba alguna denuncia, los papeles indicaban un falso origen bonaerense de los vinos, y con ello quedaba manchada, una vez más, la imagen de sus elaboradores.


De todos modos, a pesar de las amarguras vividas, la mayoría de los antiguos bodegueros  coincide en señalar a la producción metalúrgica como el principal factor destructivo de la vitivinicultura. A principios de la década de 1960 se instaló en San Nicolás la Sociedad Mixta Siderurgia Argentina (SOMISA); una planta gigantesca con puerto propio en la costa del Paraná sobre la que se abalanzaron sin demora miles de trabajadores de todos los puntos del país. La radicación de semejante monstruo industrial requirió prontamente tierras para la construcción de barrios y la antigua zona de quintas más cercana a la ciudad se fue loteando al compás de un descontrolado crecimiento urbano. Al mismo tiempo, muchos obreros especializados del sector vitivinícola abandonaron sus trabajos, tentados por los buenos sueldos que ofrecía la fábrica. Las bodegas y quintas que lograron sobrevivir a la invasión de los ladrillos y la emigración de su personal fueron las más alejadas del centro, ubicadas sobre el costado Este de la autopista a Rosario. Finalizando la década de 1970, la vitivinicultura regional agonizaba. Entre 1980 y 1985 cerraron sus puertas las bodegas Di Santo, Clérici, Nozzi, Corte, Ponte, Garetto, Bottaro y Malizia. Como bien señala el periodista nicoleño Walter Alvarez, "quizás haciendo honor a su nombre, la bodega que resistió hasta el final fue El Tigre, de los herederos de Antonio Gaio", cuya vendimia postrera se realizó en 1986. También fue la última en solicitar la baja al INV, en 1989.


Hoy resulta difícil imaginar aquel pasado, incluso en el corazón de las pretéritas quintas viñateras, ahora convertidas en un verdadero mar de soja. Sin embargo, los antiguos actores de la industria del vino, junto a algunos jóvenes de la ciudad, han creado la "Asociación Amigos del Vino Nicoleño" con el fin de preservar los testimonios físicos y documentales de esa entrañable actividad (1). Mirando al futuro, plantaron algunas hileras de viñedo junto a una de las antiguas bodegas con Merlot, Syrah, Malbec y Sauvignon Blanc, entre otras variedades, con las que elaboran vinos experimentales que parecen estar dando resultados muy interesantes. Quién sabe; tal vez en ese pequeño emprendimiento se encuentre la semilla del renacimiento del vino de San Nicolás, como justo homenaje a sus cien años de historia.

Notas:

(1) Existe una alternativa turística para conocer el circuito de las viejas bodegas de San Nicolás, empezando por la terminal de ómnibus de la ciudad, donde se puede visitar el espacio destinado a exposición permanente del vino nicoleño, con fotos, botellas, etiquetas, maquinarias y utensilios empleados antiguamente en su elaboración. Hay también paseos en bicicleta por la zona de quintas para ver algunos de los 40 cascos de bodegas subsistentes hasta nuestros días. Aunque pocos, no faltan aquellos que se encuentran intactos por fuera y por dentro. Para saber más del tema hay que entrar en http://vinosannicolas.blogspot.com.ar/

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