Aunque tienen siglos de existencia como bebidas semejantes,
aún hoy se discute profusamente sobre la verdadera naturaleza del gin y de la ginebra. ¿Son sinónimos o no? Los orígenes insulares británicos o
europeos continentales, la destilación directa o la mezcla de alcoholes, la
presencia exclusiva de bayas de enebro o la adición de componentes aromáticos
complementarios, entre otros, son los ejes de esta antigua controversia. Pero
se trata de un debate que, francamente, nos importa muy poco. Nuestra
indiferencia se basa en razones del más puro orden práctico histórico, puesto
que tales rótulos sirvieron indistintamente para nominar un único aguardiente
de amplio consumo en todo nuestro territorio, y muy especialmente en los
entornos campestres. Lo que sí nos interesa es otra dicotomía (ya no de nombres,
sino de envases) que lleva a preguntamos: ¿cuál era su modo de presentación más
común? ¿El típico porrón largo y cilíndrico de gres, o la no menos tradicional
botella cuadrada de vidrio?
En los registros aduaneros del siglo XIX resulta posible
discernir una miríada de contenedores con diversas formas y tamaños, pero eso
no nos dice nada sobre su material constitutivo. Exceptuando algunos ingresos
aislados en cascos de madera (que fueron esporádicos hasta el decenio de 1860,
para luego desaparecer), las descripciones pasan siempre por botellas, frascos (apuntados sueltos o
en cajones de 12 unidades) y damajuanas. Todos los mencionados pueden
ser tanto de gres como de vidrio (1), lo que nos deja sin contestar la pregunta fundamental. Algunos años más
tarde, ya en las postrimerías decimonónicas, la ginebra pasó a fabricarse
localmente, aunque las publicidades y testimonios del sector son igualmente
poco útiles. Entendamos una cosa: hay infinidad de bibliografía relativa a
historia, fabricación y uso de ambos materiales en los países del Viejo Mundo,
pero lo que aquí nos concierne se reduce exclusivamente a su dispendio
vernáculo. En definitiva, ¿qué tipo de botella era más frecuente en la
Argentina de los viejos tiempos?
Sabemos que el gres es una cerámica de alta calidad y gran
resistencia usada desde antiguo para fabricar envases, mayormente de cerveza
(2) y un poco menos de ginebra (3). No obstante, hablando de esta última bebida, los hallazgos arqueológicos realizados en nuestro
país no parecen demostrar que el uso del gres haya sido tan común como el de
vidrio, cuyo empleo sí llegó a modelar una típica botella cuadrada con algunas
variantes de formato y tamaño que aún hoy conocemos como “de ginebra”. Según
Paula Moreno, en su trabajo Botellas
cuadradas de Ginebra (4), para finales del siglo XIX se producían
masivamente case bottles (así se las
conocía) vidriadas en Alemania, Francia, Bélgica e Inglaterra con capacidades
variables, siendo más frecuentes la pinta (0,57 litros) y el cuarto de galón
(1,14 litros). El formato de cuatro
paredes laterales contaba con dos singulares variantes: una de caras paralelas
y otra de tipo tronco piramidal, algo más angosta en la base que en los
hombros.
Curiosamente, las dos
marcas de ginebra más famosas y longevas en la historia nacional (primero
importadas y luego fabricadas aquí) no ayudan mucho a aclarar el asunto. Tanto Bols como Llave utilizaron gres y vidrio en distintos períodos, si bien la
primera quedó definitivamente más estereotipada con el porrón cerámico (del que
hizo amplia publicidad) y la segunda con la botella cuadrada, que de hecho aún
hoy utiliza. El resto de lo que se importaba
desde Europa en tiempos de la Belle Époque parece haber arribado en envases de vidrio de acuerdo con sus
rótulos comerciales y tipos emblemáticos entre 1880 y 1920, es decir Néctar, Fockink, Burnetts (marcas) y Old Tom (tipo),
por mencionar algunos. Nada indica que algo distinto ocurriera en los ejemplares finiseculares de elaboración nacional. Pero todavía nos queda pendiente la cuestión
central que nos habíamos propuesto analizar.
En rigor de verdad, a falta de registros fidedignos e irrefutables, no hay manera de saber si un
material fue más utilizado que el otro durante la primera mitad del siglo XIX.
En las décadas posteriores se incrementó el arribo de marcas internacionales
reconocidas, como las que mencionamos en el párrafo anterior, y lo cierto es
que la gran mayoría utilizaba la botella cuadrada de vidrio. Pero hay un dato
que inclina la balanza con mayor fuerza en favor de los receptáculos vidriados.
En efecto, numerosos testimonios fotográficos relativos a la pretérita vida en
el campo argentino, atesorados por coleccionistas, museos y reparticiones
públicas, no dejan dudas sobre el extendido consumo de ginebra y su inequívoco
fraccionamiento vítreo, mientras que el gres brilla por su ausencia. Seleccioné
un par de imágenes conocidas y difundidas largamente por el Archivo General de la Nación. Los
respectivos recuadros ampliados permiten incluso advertir las dos variantes de
las que hablamos antes: en la primera se observa sin inconvenientes el modelo
con caras paralelas (hasta se distingue la típica etiqueta de Llave) y en la segunda el tipo tronco
piramidal. Resta decir que este último era particularmente común entre las
acreditadas casas inglesas de Gin, lo
cual prueba (si acaso hace falta probarlo) que el gaucho criollo encaraba la
bebida sin preocuparse demasiado por denominaciones, presentaciones o países de
procedencia. Para él, en definitiva, gin y ginebra eran lo mismo, y no existe
la menor duda de que consumió profusamente tanto una como otra en versiones
holandesas, británicas, argentinas o de cualquier parte.
Las botellas son parte de la historia de la vida cotidiana
en la Argentina del ayer, como también lo es la vajilla. Veremos en la próxima
entrada la interesante evolución de su uso entre nuestros compatriotas
antepasados según épocas, costumbres y características sociales.
CONTINUARÁ…
Notas:
(1) De hecho, las “damajuanas” no son ajenas al mundo de los
objetos cerámicos, toda vez que el material en cuestión también era usado para
fabricar contenedores grandes. La siguiente es una foto publicada en un sitio
de remates de internet, mostrando dos excelentes y bien conservados botellones
antiguos aparentemente auténticos de diez y cinco litros (nótese la marca
incisa del alfarero señalada con flecha en el ejemplar más grande, que reza Doulton & Co. Lambeth 1880). La
típica lata de duraznos de 820g dispuesta al costado, además de afear
notoriamente la toma, resulta útil como contraste de proporciones.
(2) En la entrada del 7/12/2011 analizamos su profusión en
la industria local cervecera, bajo el título “Cuando la cerveza venía en
botella de gres”. http://consumosdelayer.blogspot.com.ar/2011/12/cuando-la-cerveza-venia-en-botella-de.html
(3) Con gres se hicieron además botellas de whisky y agua
mineral, frascos de medicamentos y tinteros.
(4) Link a la versión digital del texto: http://www.iaa.fadu.uba.ar/cau/?p=2583
Buenas, hay forma de contactar con usted? Necesito hacerle algunas consultas respecto a la cosas que trata en su blog. Estoy haciendo una tesis en Arqueología en la que analizo materiales de consumo desde mediados del siglo XIX hasta el XX, pero cuento con muy poca información acerca de la producción nacional de estos productos. Muchas gracias y espero su respuesta
ResponderEliminarSi me indica una dirección de mail me contacto. Saludos.
ResponderEliminarFedecuco@gmail.com te quiero contactar
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