Que Hesperidina fue la primera marca registrada en
la Argentina es quizás un dato bastante conocido, al igual que su creación por parte de Melville Bagley, ya que de ello dan cuenta innumerables documentos y testimonios accesibles por este mismo
medio. Pero tal vez no ocurre lo mismo con los propósitos medicinales que perseguía el invento en cuestión durante aquellos años, lo cual se hace extensivo a
muchas otras bebidas del mismo tipo. En efecto, veremos que tanto licores como
aperitivos y vermouths tenían entonces un cierto halo “curativo” relacionado a
los efectos balsámicos, calmantes y terapéuticos que les eran atribuidos. Con
respecto a la Hesperidina, los registros son abundantes y categóricos hacia
fines del siglo XIX y principios del XX, incluyendo la temprana publicación de
avisos listando los lugares en los que la novel etiqueta podía ser adquirida: almacenes, boticas, cafés, confiterías, droguerías y negocios por mayor.
La venta en farmacias de este viejo producto no sorprende
en absoluto si nos atenemos a su origen. El propio Melville Bagley trabajó en
un comercio del ramo, y fue allí precisamente donde logró los resultados
esperados a partir de la corteza de ciertas naranjas oriundas de una quinta
ubicada en Bernal, al sur de la Ciudad de Buenos Aires. No obstante, la empresa
fundada por este notable emprendedor fue siempre muy cautelosa a la hora de
redactar los mensajes propagandísticos relativos a la Hesperidina, ya que, en
general, sólo se hablaba de sus virtudes aperitivas y digestivas, sin asignarle
bondades extras de ninguna naturaleza (al menos, en todos los documentos que he
logrado ver hasta hoy). La marca siguió siendo popular durante más de un siglo
y todavía continúa vigente, aunque su fama fue opacándose al compás de los
nuevos rubros productivos encarados por la firma. Con el correr de los años,
por ejemplo, los avisos de Hesperidina dejaron de tener a ese rótulo como protagonista
exclusivo, que comenzó a ser “escoltado” por demás artículos de moda, como lo
fueron en su momento la celebérrimas galletitas Lola.
Otros fabricantes hacían lo mismo, e incluso eran más osados. Una guía industrial del año 1895
rebosa de avisos y reseñas sobre fábricas de licores y vermouths en las que se
ensalzan los atributos de tales bebestibles, a veces con ribetes cuasi
medicinales (1). El reconocido empresario Ernesto Rigolino aseguraba que su licor Chicago poseía “cualidades
digestivas excepcionales”. La firma Gianassi y Passerino, por su parte, ponderaba
el Amargo Paraguay bajo la consigna
de “especialidad americana febrífuga y digestiva”. Según Carizzoni, Badano y Cía, su Ajenjo Amargo era apropiado para "precaver los vértigos y el dolor de cabeza". Es verdad que algunas sustancias empleadas para la elaboración licorista eran y siguen siendo
sumamente comunes en la industria farmacéutica (la quina, el ajenjo, la
cascarilla, etcétera), pero también resulta evidente el uso propagandístico inmoderado
que se hacía de sus efectos ligeramente beneficiosos para el organismo, difundiéndolos muchas veces como verdaderos bálsamos. A ello se sumaba el
lenguaje grandilocuente visible en un alto porcentaje de los anuncios. Un caso
paradigmático de ello es el de Emilio Ferraria, cuya “grandiosa fábrica”
apareció en varios medios gráficos porteños por el año 1890, siempre en idioma
italiano. El que sigue hace especial hincapié en el “suave y saludable ponche
inglés”.
Así y todo, ningún productor parece haber ido tan
lejos como la casa Noilly Prat de
Francia (2), que registró una audaz contraetiqueta con fecha 12 de Mayo de
1917, según consta en el Boletín Oficial de la República Argentina. En ella se
puede leer un breve texto expresado en cuatro idiomas (francés, inglés, español
e italiano) que no solamente alude al carácter tónico y estimulante, sino que
apunta directamente a la prevención de fiebres y enfermedades tropicales específicas. A continuación lo transcribimos, para terminar, respetando su curiosa y poco
ortodoxa redacción. “El Vermut: este
licor, que se compone de un vino blanco
superior y perfumado con varias plantas aromáticas, es el más saludable de
todas las bebidas” Y concluye: “sus
calidades tónicas, estimulantes, febrífugas y astringentes son un recomendable
preservativo contra las fiebres y la disentería, empleándose con mucha eficacia
en los países cálidos”.
Notas:
(1) Analizado en la entrada del 3/1/2014, “El lucrativo
negocio de fabricar bebidas a finales del siglo XIX 3”.
(2) Noilly Prat es una antigua y prestigiosa marca
con sede en Marsella, que se caracteriza aún hoy por estacionar sus vinos bases
en cascos de roble, tal cual se hacía en los viejos tiempos. Ya habíamos visto algo
sobre ella en la entrada del 2/4/2012 correspondiente a los vermouths asentados
en el libro de stock del Ferrocarril Sud durante 1898 y 1899.
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