Allá por enero de 2012, cuando dimos en comenzar el análisis
detallado de los productos asentados en el viejo libro de stock del Ferrocarril del Sud que obraba en nuestro poder, no imaginamos que semejante examen se
prolongaría a lo largo de dos años y medio y quince entradas. Pero la notable
cantidad y variedad de comidas, bebidas y tabacos volcados en el volumen escrito hace ciento dieciséis años no sólo
excedió con creces cualquier cálculo temporal previo, sino que también nos brindó la oportunidad de revivir costumbres, entornos, marcas, envases y
modalidades de consumo que frecuentaban los argentinos durante aquellos tiempos
finiseculares típicos de la belle epoque.
Amén de ello, pudimos además confrontar artículos de lujo suntuario, como
caviar, habanos y champagne francés, con otras mercaderías destinadas a un
público de extracción bien humilde: vino en damajuanas, sardinas o cigarrillos
de diez centavos el atado. Ello no hizo más que confirmar lo que sabíamos de
antemano, o sea, que el ferrocarril era monarca indiscutido entre los modos
terrestres de viajar y que todo el mundo lo utilizaba para sus viajes de media
y larga distancia, más allá de situaciones económicas, coyunturas políticas o
entornos sociales.
Si bien lo aclaramos con insistencia, vale la pena reiterar
un punto significativo en estas observaciones finales: el compendio objeto de
nuestra investigación no fue una carta
ni una lista oficial de precios, sino un documento contable que los empleados
del Departamento de Confiterías
utilizaban para inventariar las salidas de mercaderías enviadas desde allí
hacia los coches bares y comedores anexados a las formaciones que surcaban diariamente
sus rieles, así como también hacia las confiterías diseminadas en las
estaciones más importantes de una amplia traza que abarcaba, en 1898, todo el
centro y sur de la provincia de Buenos Aires, con ramificaciones que ya se iban
extendiendo por la Patagonia norte. Sin embargo (seguramente por normas internas
de la compañía), los puntillosos asientos indican valores de costo y de venta
de cada artículo. Oportunamente señalamos que esto último puede tomarse en
forma literal para aquellos efectos que se expendían por unidad tal cual
estaban asentados. Típicos casos son, por ejemplo, los atados de cigarrillos,
los puros, las cervezas, las galletitas en paquete y varias mercaderías del
mismo tipo, imposibles de fraccionar. Pero también encontramos bebidas en
damajuanas y barriles, alimentos a granel y otros enseres que evidentemente no llegaban así a los consumidores. En esos casos, sin dudas, el valor de venta se
establecía calculando previamente las medidas y los pesos de acuerdo con su uso
en los distintos servicios y las variadas comidas ofrecidas.
La lista fue ciertamente larga y abarcó categorías de muy
diferente perfil. Para aquellos que tengan interés de volver a recorrer algún
tema en particular (o todos), los siguientes son los enlaces a cada entrada
subida desde el inicio de la serie:
Entrada 2
del 7/2/2012: cervezas y whiskies.
Entrada 3
del 2/4/2012: vermouths y bitter.
Entrada 4 del
9/6/2012: ginebras y cognac.
Entrada 5 del
19/7/2012: licores y rones.
Entrada 6 del
20/9/2012: vinos nacionales.
Entrada 8 del
21/12/2012: vinos y bebidas a granel.
Entrada 9 del 18/2/2013:
refrescos, aguas y
sodas.
Entrada 10 del 19/4/2013:
cigarrillos.
Entrada 11 del
18/7/2013: cigarros puros.
Entrada 12 del
15/10/2013: conservas y enlatados.
Entrada 13 del 4/2/2014: panificados,
aderezos, quesos e infusiones.
Entrada 14 del
6/5/2014: postres, dulces, caramelos y
repostería.
Hagamos ahora un somero repaso de las marcas y tipos más
vendidos según los rubros destacados, de acuerdo a las cantidades apuntadas en
el lapso que abarca el libro (botellas, atados y unidades, según corresponda).
Entre Abril de 1898 y Julio de 1899, los ganadores numéricos fueron la ginebra Néctar (986), la cerveza Quilmes (10.783), el cognac Robin (770), el whisky Old Smuggler (1.400), el vino Recommandé en su presentación de
½ (14.851), los cigarrillos Ideales (29.842) y Mauser Argentino (22.653), y los cigarros toscanos (11.700). En
alguna de las entradas puntualizamos que los rótulos importados tenían un
origen de compra múltiple, pero que en ciertos casos era el propio FCS quien
los introducía directamente (1). Eso da una idea de la importancia adjudicada al
servicio gastronómico en el contexto ferroviario de aquel tiempo, cuando no eran muchos los comercios
capaces de emular la calidad y variedad de alimentos, bebestibles y tabacos asequibles
en trenes y estaciones.
Así concluimos un tema tan vasto, con la convicción de que
algún día volveremos sobre el mismo asunto. Pero seguramente será desde otro
punto de vista, en un período histórico distinto y viajando por otras vías…
Notas:
(1) Además de bebidas y alimentos, hace poco logramos confirmar
el carácter oficial de importador que poseía el FCS en el ramo del tabaco,
gracias a una norma de orden impositivo transcripta en el Boletín Oficial de la
República Argentina durante el año 1908. Según ese valioso testimonio, para ese
entonces la empresa ferroviaria en cuestión se encargaba directamente de traer
al país tres clases de puros de origen suizo y/o filipino, llamados Astorias,Perlas de Sur y Vevey Sans.
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