viernes, 14 de marzo de 2014

Brissago, el curioso cigarro que fue moda en la Argentina de antaño: crónica de una degustación 2

El pantallazo histórico introductorio del cigarro conocido como Virginia o Brissago efectuado hace tres meses sirvió para conocer la importancia que su consumo tenía en nuestro país durante la última parte del siglo XIX (1).  Tanto  fueran  importados  como nacionales, los curiosos y alargados “cigarros de la paja” contaban con una numerosa masa de consumidores que buscaba el placer de un puro distinto en cuanto a formato y sabor. Desde luego, el dispendio del artículo que nos ocupa se fue opacando durante los primeros decenios del XX, y bien podemos afirmar que se trata de un producto muy escaso en nuestros días, fabricado y comercializado casi exclusivamente en sus dos países originarios,  Austria y Suiza,  a los que se agrega el sur de Alemania.  En  ese contexto son pocas las empresas que se dedican a tan antigua manufactura, pero al menos se salvó de ser otro de los muchos  cigarros desaparecidos  y  olvidados  por completo. Afortunadamente, la tradición tabacalera del centro de Europa logró mantener al brissago entre el grupo de los nobles productos asequibles en alguna parte del mundo.

En la entrada anterior anticipamos que el inesperado paso por el aeropuerto de Viena me proporcionó la inmejorable  oportunidad  de  adquirir  una  buena ración  de  ellos.  El  lugar  específico  fue  cierta tabaquería tan pequeña como bien surtida, en la que pude   agenciarme   de   tres   marcas   bastante reconocidas. Una  es  Edelweiss,  del  prestigioso establecimiento   austríaco   Wolf   &   Ruhland, establecido en 1917.  La segunda es R&G,  cuyos ejemplares se confeccionan en la República Dominicana.  La  tercera  pertenece  a  la mundialmente célebre fábrica Villiger, de Suiza, que ofrece los brissagos más oscuros  de todos, con un sabor ahumado muy pronunciado. Para la degustación elegí Edelweiss por los motivos ya señalados:   su dilatada trayectoria  y  su buena reputación,   que  me garantizan estar probando algo realmente típico. (2) En la oportunidad se encontraban presentes varios amigos, pero el encargado de catar junto al que suscribe fue Enrique Devito, un aficionado que ha colaborado muchas veces con este blog. La ceremonia comenzó con el retiro de la hebra de paja, imprescindible antes de acercar la llama.

El calibre reducido de los especímenes  no impidió el encendido cómodo y un tiro perfecto de principio a fin. Precisamente, el propósito básico de confeccionarlos con tamaña peculiaridad (atravesando un objeto extraño en su interior) consiste en asegurar un canal de aire en un puro con diámetro tan estrecho. Ya en la etapa del humo,   su aroma tenía los matices propios de los cigarros secos elaborados a partir de tabacos con personalidad, como Burley y Kentucky. Ello se tradujo en abundantes elementos que recuerdan a la madera tostada, las infusiones y el infaltable rasgo mineral tan propio de su tipo. Avanzada la combustión, el sustento de la ceniza resultó notorio y nos dio una enésima prueba de que estos puros son el fruto de un trabajo artesanal, seguramente muy parecido al que llevaban a cabo las fábricas argentinas entre 1890 y 1910, cuando el cigarro de la paja se contaba entre los favoritos del consumo vernáculo.  Las conclusiones fueron categóricas: intensidad de aromas y potencia de sabor sin desmerecer cierta complejidad, todo en el marco de un formato que a simple vista parece “complicado”, pero que se revela asombrosamente apto para pitar sin dificultades de ninguna naturaleza.

Hoy, el brissago es algo completamente extraviado de la memoria colectiva patria, seguramente porque sus tiempos de gloria se sitúan en un pasado demasiado lejano. Pero tuvimos la suerte de revivir la experiencia de fumarlos,  en la mismísima Ciudad de Buenos Aires y en siglo XXI.


Notas

(1) Un breve y completo resumen histórico del brissago puede encontrarse en Wikipedia bajo el rótulo de Virginiazigarre. Este es el link: http://de.wikipedia.org/wiki/Virginiazigarre El artículo está en alemán, pero es fácilmente traducible mediante cualquiera de los traductores online disponibles en la web.
(2) Eventualmente llevé también algunos R&G con el propósito de convidar a los demás asistentes, pero no realizamos una reseña de ellos porque su condición de hechos en República Dominicana los aleja de mi interés histórico. Los brissagos que se fumaban aquí provenían fundamentalmente del norte de Italia (por la influencia austríaca en el Véneto, como explicamos en la primera parte), y posiblemente también de la propia Austria, de Suiza, de Prusia y de Alemania. Los elaborados localmente imitaban las usanzas y estilos del Viejo Mundo. Recordemos que en Argentina no hubo puros de origen centroamericano o caribeño hasta la segunda mitad del siglo XX, con la única excepción de los habanos legítimos de Cuba.


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