Al decir
de muchos, es la más europea de las arterias sudamericanas, en la que se mezcla
el estilo francés de la perspectiva visual con la esencia hispánica de su
espíritu. Tuvo épocas de elegancia fastuosa, como un
símbolo de la riqueza que disfrutaban
las clases altas de la sociedad argentina. Pero
también fue escenario del acervo cultural porteño y de no pocos enfrentamientos
políticos. En sus veredas contrastaban
hoteles de lujo y opulentas confiterías con
peñas literarias, teatros y comités partidarios. Casi todo podía verse y oírse
allí, en la Avenida de Mayo, esa que supo abrirse paso en medio de una Buenos
Aires todavía chata y colonial. La que albergó el primer subterráneo de
Sudamérica. La que elegían las damas del centenario para lucirse con la última
moda de París. La que generó importantes
grescas
entre republicanos y falangistas durante la triste época de la Guerra Civil.
La que atesoró siempre el mayor contenido gastronómico auténticamente español.
La de los bares, los restaurantes, las cigarrerías y los hoteles. La que ha
sido, en definitiva, un pedazo de Europa en Buenos Aires durante casi ciento
veinte años.
No está demás apuntar que este tradicional paseo fue abierto
a partir de una demolición parcial que atravesó por el medio a las diez
manzanas comprendidas entre Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, desde Bolívar hasta
Luis Sáenz Peña (1).
El proyecto
original data del año 1869, pero la obra comenzó en 1883 con la aprobación definitiva
del trazado y fue inaugurada en 1894. Desde entonces, la Avenida de Mayo supo
ser una meca gastronómica asociada a las tradiciones culturales del Viejo Mundo
y a
los acontecimientos históricos de
nuestra república. En ese orden de cosas, su lista de bares, cafés,
confiterías, restaurantes y hoteles es más que larga, pero trataremos de
señalar los más típicos y recordables por mérito propio.
Descendiendo numéricamente, es decir, de oeste
a este (como le gusta caminarla a un servidor), los testimonios nos hablan del
Bar Avenida (1493), el
Café Berna (1460), la
Confitería del Centenario (1347), el
Café del Siglo (1313), el bar
La Puerta del Sol (1164), el
American Bar (1084), el café
La Armonía (1002), el
Café Gaulois (899), el
Café Latino (729), el
Café Madrid (701), la
Cervecería
Keller (651) , el bar
La Cosechera (625,
850 y 1200, según las épocas) y los cafés
La
Nueva Prensa (587) y
La Prensa (564),
entre tantos otros que adornaron sus aceras más que seculares.
En el Gaulois (más tarde rebautizado
Café Central)
, Julio de Caro
estrenó el tango
Mala Junta (2). El
café La Armonía, fundado en 1899 por los hermanos
Caneda, era conocido por
servir el mejor chocolate con churros de la ciudad, y también fue llamado “café
de los cómicos” por la presencia constante de actores y actrices que
interpretaban ese tipo de rutinas. A la altura del 1208 se encontraba el
Café Español, al que concurrían tanto
franquistas como republicanos. Los historiadores Oscar Himschoot y Ricardo
Ostuni señalan que “los enfrentamientos solían terminar a sillazo limpio,
botellazos y cuanto objeto contundente se tuviera a mano”.
En el
Bar
Avenida (1493) se reunían los periodistas de
Crítica, el recordado diario de Natalio Botana. Asimismo hubo, en la
arteria que nos ocupa, varias cervecerías. Además de la mencionada Keller,
también se recuerda otra de nombre
Berna,
establecida en 1923 por Daniel Calzado y cuya especialidad gastronómica era
el singular
Emparedado Berna: un
sándwich de lomito con anchoas. Por su parte, la confitería
La Victoria, en la esquina noroeste de
Chacabuco, fue pionera en servir la sidra en
balón.
Ahora bien, llegado este punto, muchos se preguntarán: ¿que
hay del Tortoni, de Los 36 Billares, del Hotel Castelar y de ciertos restaurantes casi
legendarios situados aún hoy en las
inmediaciones? A no desesperar, que la presente es sólo la primera de tres
entradas destinadas a completar el tema.
La próxima versará sobre los sitios tradicionales que lograron subsistir hasta
el presente, y la última acerca de todo
lo que tiene que ver con la hotelería de lujo, tal vez la faceta histórica
menos conocida de nuestra Avenida de Mayo.
CONTINUARÁ…
Notas:
(1) La concreción del proyecto fue un avance del progreso
para la ciudad, pero también dejó su tendal de víctimas de la picota. En lo que hace a la gastronomía, uno de los caídos fue el “Café Ristorante di
Milano con Alloggio", ubicado frente a la Plaza Lorea (es decir, en el
extremo oriental de la actual Plaza Congreso). Las siguientes son dos fotos del
curioso edificio estilo “castillo” que albergaba al comercio de marras. En una
se puede ver el frente del negocio y en la otra se aprecia una vista panorámica
de la Plaza Lorea con el tanque que
servía para el abastecimiento de agua corriente en un amplio sector de la
metrópoli. La flecha marca el edificio de referencia, ubicado exactamente en la
franja donde pasa hoy la Avenida de
Mayo.
(2) Así como la Avenida Corrientes resultó ser tanguera por
excelencia, la Avenida de Mayo tuvo muy pocos reductos dedicados al género
musical porteño. Desde el punto de vista artístico, siempre estuvo más ligada a los teatros de la zona y no tanto a la música. No obstante, además del
mencionado De Caro, contó con la asistencia esporádica de algunos personajes de
la talla de Roberto Firpo, quien recordaba un trabajo que tuvo en cierta confitería
ubicada, según sus propias palabras, “enfrente del Pasaje Barolo” (2a). De
acuerdo con su añoranza comenzó tocando sonatas, romanzas y valses en el piano,
pero un día convenció al dueño de interpretar un tango acompañado en bandoneón por su amigo Bachicha. El resultado fue tan sorprendente como paradójico: si
bien el evento convocó a una ruidosa y
nutrida concurrencia, también hizo huir
a las familias tradicionales que poblaban el lugar, motivo por el cual los
músicos resultaron despedidos de inmediato.
(2a) El Pasaje Barolo es una galería que comunica
la Avenida de Mayo con la calle Hipólito
Yrigoyen a través del edificio
Palacio
Barolo. Esta bellísima construcción, inaugurada en 1923, fue en su momento
la más alta de Buenos Aires. Hoy se realizan allí visitas guiadas. Tiene una
página web propia:
http://www.pbarolo.com.ar/
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