En dos entradas previas sobre el tema de referencia vimos la
extendida práctica de adulteración que acompañaba (e incluso superaba) a la
vitivinicultura honesta y convencional en los años finiseculares previos al 1900. Tales hábitos eran extensivos a
casi todas las demás bebidas, aunque es injusto generalizar más allá del lógico
asombro ante la falta absoluta de controles gubernamentales tan propia de la
época. Por eso, hoy vamos a repasar una nutrida lista de productores y
distribuidores licoristas que se contaban entre los honestos. Para eso
recurrimos a una fuente que ya nos ha servido en anteriores oportunidades: la Guía descriptiva de los principales
establecimientos industriales de la República Argentina, en sus ediciones 1893 y 1895. Allí encontramos nada menos que
47 protagonistas del ramo, teniendo en cuenta que se trata de una Guía
Industrial y no de un compendio oficial, por lo que es dable suponer que
existían muchos más.
El análisis de las empresas con integridad y decencia en sus
procedimientos no cambia el enfoque de “lucrativo negocio”, puesto que elaborar
bebidas, legal o ilegalmente, tenía entonces el éxito garantizado por una demanda siempre creciente en base a diversos motivos encabezados por la
inmigración. Repasando el texto de marras pueden observarse datos interesantes respecto
a este sector de la industria nacional. En primer lugar, la conexión casi
constante entre el quehacer puramente licorista y otras ramas adyacentes del
mismo género, como la importación de bebidas, la distribución de vinos y
cervezas, la fabricación de hielo, vinagre, sodas y refrescos, e incluso algún
caso en el que las bebidas alcohólicas van de la mano de la actividad chocolatera y confitera. No deja de llamar la atención, asimismo, el evidente
uso de sustancias químicas en los
procesos productivos que nos ocupan. En cierta parte de una de las reseñas, el
cronista alude a las “drogas necesarias
para esta industria” utilizadas en dos sectores que resultan ser una constante a lo largo de todas las casas
apuntadas: “laboratorio” y “droguería”. Otro denominador común es la referencia
a los diferentes tipos de vasija con los que se contaba en aquellos días, sobre
todo barricas, pipones, tercerolas,
piletas y tinas. Conozcamos
entonces a algunos pioneros de los
bebestibles nacionales hacia fines del XIX, mayormente sitos en Buenos Aires,
Rosario y Córdoba.
- La Turinesa,
Fábrica de licores de Francisco Sala (San Vicente, Córdoba) Productor
de vermouth y de los chartreuse Lágrima de San Vicente y Padre Kermann. En la zona de Altos del
Sud contaba con plantaciones de menta, hinojo, cedrón y ajenjo, entre otras
hierbas.
- Fábrica de
ginebra, depósito de vinos y Casa Introductora de Wiedemburg y Hnos (Rivadavia
entre Alvear y Santiago, Rosario) Fabricante de las Ginebras Bayadare y Globo, así como del Bitter de
Holanda y el suizo Appenzell.
- Fábrica de
licores de Balbiani Hnos (Paraguay 866, Rosario) Elaboraba Vermouth Nacional, Amargo Digestivo Nacional, Fernet Balbiani, Bitter,
Ginebra Torre Eiffel y Refresco de
Tamarindo.
- Fábrica de
vermouth y licores de Ernesto Rigolino (Tucumán
3149/55 Buenos Aires) Enfocada en productos como Vermouth con Quina (tipo
Torino) (1), Amargo Quina, Aperitivo Colombina,
Vermouth Rigolino, Vermouth con Garus,
Fernet Quina, Pippermint y el “sabroso Licor Chicago” (tipo Chartreuse),
que tenía “cualidades digestivas excepcionales”.
- Fábrica de licores
de Clarac Freres (Villa Catalinas, Buenos Aires) (2) Creadora e
importadora de una abundante batería de productos y marcas, cuyo detalle puede
observarse en el aviso a continuación.
- La Ibérica, Gran
Fábrica a vapor de confites, chocolates,
dulces y licores de Rodríguez y Durán (Piedad 3477, Buenos Aires)
Fundada en 1881, su descripción comienza por una bodega central en la que se ven “a dos pies del suelo”, cuatro
hileras de pipas, bordelesas y toneles, todos llenos de vinos y licores de
diversas clases. Llaman la atención del visitante varios toneles llenos de
cognac añejo “importado y expendido sin
alteración alguna”. También producía Aperital, Ajenjo, Fernet, Carabanchel,
Anís, Ginebra y Bitter, aunque la mención especial se la lleva el Kummel Cristalizado.
- Cervecería,
fábrica de licores y de hielo a vapor de Gianassi y Passerino (Entre
Ríos 752, Rosario) Sus principales productos eran L’Amaro
Explorator, Milan Bitter y el Amargo
Paraguay, este último calificado como “especialidad americana febrífuga y
digestiva”.
- Fábrica de
licores, refrescos y aguas gaseosas de Angel Gambino (Azcuénaga
868/870, Buenos Aires) Establecida en 1860, se trataba de una prestigiosa casa
que elaboraba Aperital, Fernet, Anís, Coñac, Chartreuse, Curacao, Ginebra,
Rhum, Vermouth Torino y Francés, con acento en su renombrada marca Coliseo. Asimismo importaba los vinos
italianos Barbera, Barolo, Brachetto,
Butafuoco y Grignolino, entre
otros.
- Destilería y
fábrica de licores de Francisco Henzi (Salta esq. Corrientes, Rosario). La empresa era fabricante de Bitter
Suizo, Fernet, Aperitif Francaise y
Ajenjo, además de poseer la representación en Rosario de la casa Cunnington de
aguas, del licor Alpinina y de la
Cervecería Río II. Con cierto dejo de fascinación, el cronista habla de un
barril de 200 litros con legítimo Rhum de
Jamaica.
- Fábrica de
licores de Carizzoni, Badano y Cía (Uruguay 948, Rosario) Producía,
entre otros artículos, el Ajenjo Amargo, apropiado “para precaver los vértigos y el dolor de cabeza”, así como la Coca
Kina, calificada como “agradable aperitivo”.
- La Esperanza,
fábrica a vapor de licores, gaseosas y soda de Isidoro Testa (San
Antonio 261, Barracas al Norte) Elaboraba Fernet, Bitter, Cognac, Chartreuse y
el Amaro San Gottardo, especialidad
de la firma.
- Primera Fábrica
de vinagre y licores de Santiago Mezzana y Hno (Moreno 2094, Buenos
Aires) de allí salían el Vermouth Otello y
el Carabanchel Mono, así como Ajenjo
y Bitter, entre otros.
Como se ve, un interesante repertorio de empresas empeñadas
en el rubro de las bebidas (en su más amplia acepción), muchas de las cuales
habían ganado premios en exposiciones nacionales e internacionales durante la
década de 1880. Y no olvidemos que se trata de un breve resumen: podríamos
hablar mucho más respecto de los diferentes establecimientos apuntados y de otros que omitimos mencionar, aunque lo repasado da una idea bastante concreta
de la dinámica, próspera y variada industria de las bebidas en ese período
histórico del cambio de siglo. En la próxima y última entrada de esta serie
vamos a hacer un recorrido bien detallado por la intimidad de una de aquellas
firmas –con fotos incluidas- tratando de descubrir alguno de los secretos que
escondían los fabricantes de bebidas en los viejos tiempos.
CONTINUARÁ…
Notas:
(1) Aunque hoy están fuera de uso, ciertas denominaciones
genéricas eran entonces muy comunes, como el Vermouth tipo Torino
(oscuro y dulce) y el Vermouth tipo Francés (blanco y seco).
(2) Actual barrio porteño de Villa Urquiza.
Estimado, me encanta lo que hace con este blog. Información de primera.
ResponderEliminarMe gustaría contactarme con usted. ¿Tiene un correo donde hacerlo?
Desde ya, muchas gracias por su tiempo.
Matias Jurisich
@matiasjurisich
matias@elclubdelvermut.com.ar
Gracias por el comentario. Correo enviado.
EliminarAmigo, el hotel La Paz, no estaba en la ciudad de Córdoba si no en la de Tucumán. Lugar donde fallece Francisco Jondet. Claramente citado en:Compilación ordenada de leyes, decretos y mensajes del periodo constitucional de la Provincia de Tucumán: Que comienza en la año 1852, Volumen 12. P. 227. Podría usted indicarme en dónde se publica ese anuncio del Hotel de la Paz? Gracias. Carlos Alvarado
ResponderEliminarEstimado, gracias por el comentario.Sinceramente no puedo indicarle la fuente considerando el tiempo transcurrido desde la publicación del dato (que ciertamente no fue en esta entrada). Una rápida búsqueda me indica que efectivamente hubo un Francisco Jondet en Tucumán, así como un Hipólito Saint Paul. Tal vez esté usted en lo cierto, pero me permito dudar que hubiera entonces un solo hotel llamado "La Paz" en todo el país. Hay una Plaza Independencia en Córdoba y una en Tucumán. En la primera, la calle 25 de Mayo está a 3 cuadras, tal como dice el aviso (tal vez en Tucumán también, no lo verifiqué). Tampoco es imposible que existieran un hotel en Tucumán y otro en Córdoba bajo el mismo nombre y con idénticos dueños. Con esto quiero decirle que no puedo alcanzar una certeza del 100%, pero reitero que probablemente su observación sea correcta. Saludos y nuevamente gracias por el aporte.
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