En nuestros días, la hotelería está fuertemente asociada con
el fenómeno del turismo. Resulta normal
que la gente viaje por el puro placer de recorrer lugares, conocer nuevas
regiones o, simplemente, disfrutar unos días de descanso en algún sitio alejado.
Pero eso no era así en la Argentina finisecular del XIX. Por el contrario, salvo contadas excepciones, la mayor parte de la ocupación hotelera
estaba
relacionada con los viajes de trabajo. El avance de las líneas férreas había
comenzado a comunicar los distintos puntos poblados de la patria de un modo seguro
y rápido, lo que motivó su uso por parte de trabajadores y profesionales que recorrían el país. Viajantes y representantes comerciales, gestores, empleados públicos con tareas específicas (inspectores, auditores, etc.), personal
militar o policial y profesionales de la tecnología (como los ingenieros y
jefes que dirigían las obras públicas), eran algunos ellos (1). A esto debe
sumarse el conocido fenómeno de la inmigración europea, tan marcada durante
dicho período. En ese contexto, la proliferación de establecimientos del ramo hotelero
era muy grande y su participación en los espacios publicitarios, creciente. Por
ese motivo vamos a repasar algunos viejos anuncios publicados en diferentes
medios gráficos nacionales entre 1880 y 1900 (2), con la particularidad de que
todos ellos, en mayor o menor medida, hacen alusión al servicio gastronómico.
Comenzamos por un aviso relativo al gremio en cuestión aparecido
en el diario “El Plata” en Agosto de 1882 y presentado como Café Restaurant Unión, aunque más adelante
aclara que tiene comodidades para “dar hospedaje con toda decencia y esmero”.
Siguiendo esa línea garantiza que cuenta con un “un buen cocinero a su servicio, siempre a precios módicos”. El establecimiento se ubicaba en la calle
Pedro de Mendoza, frente a la Boca del Riachuelo, y tal vez de allí viene el
énfasis puesto en los elementos de confort disponibles para los Capitanes de Buque, sobre todo por el
novedoso aparato telefónico Jower Bell de
alta voz.
Luego nos vamos a la ciudad de Paraná en el año 1889, de
acuerdo con cierto reclame del Hotel Central publicado en “El Censor”. En este caso sorprende la referencia más que completa sobre las existencias de bebidas y tabacos, a
saber: los pasajeros encontrarán siempre
un completo surtido de vinos y licores, cervezas de varias marcas, rum (sic), conos, brevas, allones, regalía, imperiales, damitas y todo aquello que contribuya a llenar los deseos de la
clientela más exigente”. Bebestibles y cigarros pasan a ser así tan
importantes como las mismas habitaciones, al igual que ocurre en el caso del Hotel Universal de Rosario, que directamente publicitaba las bondades de su
nutrida bodega bajo la consigna “vinos, licores, conservas y aguas minerales
procedentes de las mejores casas de Europa”.
Volvemos a Buenos Aires, más precisamente a la zona céntrica costera de aquel entonces, con sendos avisos de alojamientos pertenecientes a
miembros de la colectividad alemana. Todo indica que tales comercios buscaban
una clientela de ese mismo origen, dado que ambos anuncios están íntegramente
escritos en idioma germano. Aun así se destacan las correspondientes referencias cerveceras con mención explícita
de marcas: el Hotel del Norte, sito
en el Paseo de Julio (Av. Leandro N Alem de hoy), promociona la cerveza Quilmes fresca de barril todos los
días a 15 centavos el chopp, mientras que su competidor de la calle
Corrientes 530 alude a la cerveza
Bieckert siempre fresca (3)
Nuestro itinerario histórico culmina hacia 1890 en las
ciudades de Olavarría y de Córdoba con dos ejemplos de la publicidad
gastronómica de hotel enfocada en la pericia y el renombre de sus respectivos
jefes de cocina. En el primer caso, el Hotel
del Universo afirma que “el ramo de cocina está bajo la dirección del señor Andrés Presa, acreditado cocinero de los principales hoteles de la capital y
últimamente tan conocido en el Azul”. En el caso de la capital cordobesa, la
publicidad del Hotel de la Paz no
duda en anunciar que posee vinos finos y
licores de todas clases, de las mejores marcas. Especialidad en conservas.
Magnífico salón para banquetes y salones para comidas de familia. La cocina
está a cargo de uno de los más afamados cocineros de Buenos Aires, que se
encarga de dar gusto a todos. Para terminar nos detenemos sobre las dos
frases plasmadas transversalmente en los costados y que hemos marcado con
flecha roja: “frutas de todas clases”, a la izquierda, y “manteca fresca”, a la
derecha.
La relación entre la hotelería y la gastronomía, tan en boga
actualmente, tiene su origen cronológico mucho más lejos de lo que se puede
llegar a pensar. Por eso, no está de más repasar estos invalorables testimonios del pasado que nos hablan de la
historia argentina a través del consumo humano.
Notas:
(1) En el museo histórico de la ciudad bonaerense de Magdalena
se conserva el registro de gastos de un contingente de soldados y oficiales que
habían asistido a la ciudad con motivo de cierto desfile en los años tempranos
del 1900. Ello incluye las erogaciones por alojamiento, comidas y bebidas. El
añoso documento es un buen ejemplo del tipo de pasajeros que se hospedaban en los
hoteles de la época.
(2) Más anuncios al respecto pueden verse en el sitio del
investigador Jorge Di Fiore: www.publicidadsiglo19.com.ar
(3) En ese caso con error tipográfico incluido: Biekert en
lugar de Bieckert. Vale recordar que
a fines del siglo XIX la marca pertenecía a su creador, Emilio Bieckert, cuya fábrica
se erigía en Esmeralda y Juncal.
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