martes, 17 de septiembre de 2013

Avellaneda, tierra de quintas y pulperías

Lo que hoy conocemos como Avellaneda no fue una localidad formalmente reconocida como tal hasta el año 1852, cuando se separó del municipio de Quilmes para adquirir entidad propia. Incluso este último obtuvo su autonomía en 1791 de otro aún más lejano y vasto: el de Magdalena. Pero siempre, desde los tiempos coloniales, el Riachuelo marcó el límite sur de la Ciudad de Buenos Aires. La denominación histórica más famosa del sitio que nos ocupa ha sido Barracas al Sud, nombre que incluso llevó la estación del FCS hasta 1904. De un modo u otro y más allá de las cuestiones nominales, Avellaneda lleva consigo un enorme caudal de hechos pasados que la relacionan con la actividad de los depósitos y saladeros instalados sobre la costa del Riachuelo, así como las industrias y comercios que se arraigaron allí a comienzos del siglo XX. Si investigamos un poco más,  podemos saber que en su tierra existieron también numerosas quintas, en especial viñedos productores del vino “chinche” (1). Hoy, no obstante todo lo que habría para rememorar acerca de la zona, nos vamos a enfocar exclusivamente en sus antiguos reductos gastronómicos.


Debido a su carácter de área suburbana (mucho más marcado en el siglo XIX), la mayor parte de los sitios para el consumo de bebidas correspondían a esa especie de transición entre la pulpería campestre y el café de la ciudad. Llamados “boliches” en algunos casos y “almacenes” en otros, se caracterizaban por ser parada obligada de carreros y cuarteadores que se dirigían desde la ciudad hacia el sur o viceversa por el Camino Real (la actual avenida Mitre), con el fin de “refrescarse” con un vaso de caña o de ginebra, eventualmente rebajadas aplicando el mínimo chorrito posible  de limonada. Con los años y el avance de la urbanización, muchos comercios del ramo pasaron a ser cafés o fondas, conservando siempre algún resabio de las primeras épocas, como la profusión de juegos de azar tipo barajas, dados y billares. Entre los principales de  todos ellos, se compone el siguiente listado (2):


- La Buseca, lugar considerado decano del gremio en esa localidad, cuyo origen se remonta a los años del 1900. Era propiedad de un tal Pedro Codebó y estaba sito en el cruce de Ameghino y Montes de Oca. Por allí pasaron algunos célebres personajes de la payada y el tango, como Gabino Ezeiza, Betinotti, Arolas y Aieta.
- Café Ferro, en Mitre y general Paz. También cobijó a numerosos músicos y sus orquestas durante las décadas de 1910 y 1920.
- Lo de Leis, bolichón bien antiguo, en el que paraban los carreros con sus chatas cargadas con verduras destinadas al mercado, o con ciruelas cosechadas en las quintas cercanas, que eran íntegramente adquiridas por la prestigiosa firma Noel para sus dulces.
- La Clavada (Mitre y Tinogasta), recordado por algunos como Café del Sapo. Cerró sus puertas hacia 1970.
- Café Select, lindero al cine del mismo nombre, donde se jugaba a los dados y el billar.
- El Paraguayo, en Mitre y Ocantos. El apodo nació recién en los años sesenta del siglo XX por la nacionalidad del comerciante que lo adquirió en ese entonces. Allí paraban a almorzar los carreros. Un dato curioso: en la década de 1950, funcionaba en su vereda un surtidor de nafta atendido por cierto personaje invariablemente ataviado con riguroso guardapolvo gris.
- Airaghi Hermanos, en Mitre y Florencio Varela, más conocido como Café de los Radicales por la filiación política de sus habitués.


Conforme pasaron los años, Avellaneda fue acentuando su semblante industrial y comercial, a la vez que comenzaba un boom inmobiliario de propiedad horizontal en el sector céntrico. La segunda mitad del siglo XX vio declinar el antiguo perfil barraquero merced a la pérdida de importancia que sufrió el Riachuelo como vía navegable. Las grandes estaciones ferroviarias de carga hicieron lo propio pocos años más tarde, y finalmente las industrias, en especial las del ramo frigorífico y metalúrgico. Con todo y así las cosas, aquel arrabal de otrora  no ha perdido su importancia en términos de centro comercial del conurbano sur, hoy revitalizado con la llegada de los supermercados, los shoppings y la puesta en valor de la antigua zona del viejo Mercado de Lanares, en la calle Güemes, con edificio Municipal nuevo y una moderna sede la de Universidad de Buenos Aires. Ya no hay quintas, ni pulperos, ni payadores, pero el vecindario continúa conservando buena parte de su antigua personalidad.

Notas:

(1) Ya apuntamos alguna vez este dato, pero vale la pena repetirlo ahora: un censo vitícola del año 1950 señala la presencia de 51 productores de vino en el partido de Avellaneda, asentados fundamentalmente sobre el sector costero de los parajes Dock Sud y Villa Domínico.


(2) Datos más completos sobre el barrio en general se pueden obtener en la principal fuente de consulta al respecto: el excelente trabajo de Eduardo Cascante, La Crucesita de Barracas al Sud, Editorial Dunken, 2003.

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