A partir del 1900, el crecimiento demográfico estuvo íntimamente ligado a la instalación de más cafés, bodegones, fondas y peringundines en el sur de la ciudad de Buenos Aires. Entre la numerosa lista de comercios del ramo se destacan el bar T.V.O (Montes de Oca 1778, que fue punto de reunión de músicos, poetas e intelectuales), el Café de Campos (California y Montes de Oca esquina SO, otro reducto de artistas) y la confitería Santa Lucía, cuyos orígenes se remontan a 1890 como sitio para familias distinguidas. Yendo a los lugares para comer, el más célebre exponente de Barracas fue la Churrasquería de Vera, ubicada en la intersección de Montes de Oca y Río Cuarto. Según Puccia, su renombre era tal que en el clásico del cine norteamericano Hombres de Mar, de John Ford (Long Voyage Home, 1940), hay una escena en la que varios marineros mercantes lo mencionan como parte de sus recuerdos de viajes a la Argentina. De un modo u otro, el propio Puccia hace una mejor y muy evocadora descripción del típico reducto: “quienes allí abrían la boca lo hacían para engullir churrascos descomunales, huevos fritos que eran toda una apoteosis, papas fritas doradas y crocantes, mondongos y tortillas a la española, estofados, chupín de pescado, lentejas guisadas y budines de pan salpicados con pasas, todo matizado con algún tintillo que raspaba la garganta…”
Notas:
(1) El Puente Barracas fue el primero establecido sobre el
Riachuelo. Aunque está situado en el
mismo lugar desde 1791, tuvo una lógica sucesión de ejemplares físicos conforme
progresaban la ingeniería y los
materiales de construcción. El original se denominó Puente de Gálvez y fue incendiado en 1806 para evitar el paso de
los británicos durante la Primera Invasión Inglesa. Construcciones posteriores
fueron remplazadas por vetustez, derribamientos por crecidas y otros motivos de
orden práctico. El actual puente “viejo” data de 1934 y es el que aparece en la
primera foto de la entrada.
(2) Hasta 1893, la Avenida Montes de Oca se conocía como
“Calle Larga de Barracas”.(3) Los cuarteadores eran jinetes empleados por las empresas de tranvías a caballo que se apostaban en ciertas calles con pendiente, donde los vehículos tenían dificultades para subir. Provistos de un animal pesado y de buen tiro (como un percherón), se sumaban a los equinos que traía el tranway y de ese modo lograban trepar el inevitable accidente topográfico urbano. Una vez efectuada la tarea, el cuarteador volvía a su puesto (el café o boliche correspondiente) y simplemente debía aguardar la llegada de otro tranvía de la misma empresa.
(4) Aunque la ordenanza data de los tiempos de Rivadavia, recién en 1880 se hizo efectiva la prohibición de construir en las esquinas con un ángulo de 90 grados. Por tal motivo, los edificios sin ochava que perduran en la ciudad delatan ser anteriores a ese año.
Gustavo, excelente nota!! Cada vez que puedo me hago una escpada a La Flor de Barracas! Es EXCELENTE! Los gnochis rellenos son memorables! Asi como la atención. Todo de primera! Saludos!
ResponderEliminarMartin Perez Cambet
Excelente reseña de historia y gastronomía de Barracas.
ResponderEliminarMe gustó mucho!!!
Saludos.
Axel
Llego a tu post después de una larga y tendida charla con mi viejo (Arturo Mourelle), en la que me contaba cuando él, gallego venido de muy joven al país, tenía la pizzeria La Flor de Barracas (junto con un grupo de socios), en Montes de Oca 1002. Me cuenta que Quinquela Martín era muy habitué y una vez recibió la visita de Perón en el 1973, al que saludó e intercambió unas palabras. Busqué imágenes o algún registro de la época pero no logro dar con ninguno.
ResponderEliminarAhora leo este artículo con él y me va dando detalles adicionales en cada párrafo.
Abrazo grande!
Gracias por el comentario. Saludos.
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