Hay muchas maneras de apreciar el enorme abismo cultural que
nos separa de los comportamientos sociales aceptados hace un siglo. Fumar en
lugares que hoy nos parecen absolutamente insólitos para ello, por ejemplo, es
una de las conductas que permiten valorar esa distancia. Sin embargo, en 1898,
a bordo de un tren, no tenía nada de extraño gozar sin complejos de los más
potentes cigarros puros asequibles en el mercado tabacalero de la época. Así,
con el objeto de satisfacer a sus pasajeros, las empresas ferroviarias se
esforzaban para ofrecer la mayor
variedad de opciones en sus confiterías y sus coches comedores. En ese
sentido, los cigarros puros no se diferenciaban de las bebidas o los alimentos,
ya que la consigna empresaria era dotar a sus servicios de la mejor categoría
disponible, además de tener opciones para todos los bolsillos. Y si bien es
cierto que el tren era el rey entre los modos de viajar a fines del siglo XIX, no lo es menos que las comodidades resultaban muy diferentes según la jerarquía
del pasaje abonado. Pero lo real es que un desayuno, un almuerzo o una cena de
viajero solía estar acompañado por la reconfortante fumada con alguna de las variadísimas alternativas del entonces multiforme universo de los productos del
tabaco. Ricos y pobres fumaban por igual, y todos podían conseguir algo acorde
a sus posibilidades.
En la entrada anterior de esta serie señalamos la presencia
de 31 marcas de cigarrillos en el stock del Ferrocarril Sud, y el número no se
queda muy atrás a la hora de listar lo propio en materia de cigarros: 22
rótulos (+ 1 de tabaco para pipa), desde las renombradas vitolas habaneras
hasta los modelos más simples y económicos producidos por la industria
nacional. Como ya hemos señalado en numerosas ocasiones, los productos solían ser asentados por la simple mención de sus tipos genéricos y sólo a veces por sus marcas completas. De un modo u otro, el
siguiente es el catálogo en cuestión con las denominaciones textuales
utilizadas por los empleados del FCS y los debidos valores en pesos por unidad:
Damitas
0,10
Brisagos
0,10
Toscanos 0,10
Jolanthe 0,15
Bahía Bouquet 0,20
Juncales Chicos 0,20
Juncales Grandes (Santos) 0,30 (1)
Jazmines 0,35
Conchas Upmann 0,50
Reinitas Upmann 0,50
Operas 0,50
Platinos 0,60
Bock 0,70
Flor de Murias 0,80
Upmann Petit Bouquet 0,90
Hoyo de Monterrey N°1 0,90
Hoyo de Monterrey N° 3 1,00
Reina Victoria 1,20
Bouquet La Meridiana 1,20 (2)
Upmann Excepcionales 1,30
Aguilas Imperiales 1,70
Tabaco Pioneer (lata) 2,90 (3)
Sumando todas las unidades en el período Abril 1898 a Julio
1899 se desprende que las apetencias del público estaban inclinadas hacia los toscanos (11.700
unidades), seguidos por los Cavour (8.825) los Santos (6.808) y los Juncales
Chicos (6.597). Desde luego, el volumen también registra importante despacho de
cajas de fósforos en sus variantes “comunes” y “especiales”, algo lógico
tratándose de un servicio con alto confort para los parámetros de su tiempo. No
olvidemos, en ese sentido, que por 1898 no existían los kioscos tal como los
conocemos hoy, y mucho menos los
negocios del ramo abiertos las 24 horas. Por eso, la completa oferta de
esta firma del riel en el campo de comidas, bebidas y tabacos, tan bien
registrada por nuestro libro de stock, era casi imprescindible para
dejar conformes a los pasajeros durante un periplo de media o larga distancia.
Con esta entrada finalizamos lo que hace al tabaco, para
adentrarnos de lleno en todo lo que tiene que ver con los alimentos, las
conservas, los dulces, e incluso los artículos de cocina, con sus
correspondientes y puntillosos registros de salida. Aquí los tendremos, muy
pronto.
CONTINUARÁ…
Notas:
(1) Cierta confusión entre Juncales y Santos dio
lugar a un sonado juicio de marcas, del que dimos cuenta en la entrada del
2/2/2013. En realidad había una sola variante de Juncales y una sola de Santos,
pero los empleados del FCS llamaban a los primeros “Juncales Chicos” y a los
segundos “Juncales Grandes”.
(2) La mención específica de la marca La Meridiana no aparece
todos los meses. En varias oportunidades sólo se asientan como “Bouquet”, pero
con idéntico precio. La Meridiana era un
establecimiento bastante reconocido, propiedad de don Eusebio San Marco y
situado en la calle Matheu 52 de la Ciudad de Buenos Aires.
(3) Sólo aparece en el último mes: Julio de 1899
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