La imagen de
marras, perteneciente al Archivo General de la Nación, nos muestra un cuadro
típico de la época: un músico ambulante ubicado en alguna calle de la ciudad,
junto a un niño encargado de recoger los donativos correspondientes. Nada
extraordinario más allá de lo melancólico de la escena, pero detrás de ellos se
destaca un gran anuncio que difunde la venta de varios productos sumamente
interesantes para el tema central de este blog. La parte izquierda está
dominada por un solo rótulo: Ross’s Royal, la celebérrima firma irlandesa
dedicada a la fabricación de bebidas carbonatadas, en especial sus míticas
versiones de Ginger Ale (1) y Soda Water. Con algunos aditamentos tipo
eslogan que señalan “el gengibre gaseoso
sin rival en el mundo” y “para este
clima, esta marca”, aquel viejo reclame
resulta todo un testimonio de la popularidad que esta bebida elaborada en
Belfast alcanzaba en todos los rincones
del globo.
En el costado
derecho se alcanzan a divisar otros
productos no menos importantes, cuyos nombres se encuentran hoy casi borrados
por el tiempo. El champagne Duc de
Montebello, por ejemplo, se contaba entre los espumantes mejor conceptuados
en la segunda mitad del siglo XIX. Su denominación proviene del título otorgado
por Napoleón Bonaparte al General Jean Lannes tras su victoria en el paraje
homónimo el 9 de Junio de 1800, frente al ejército austríaco (2). Una simple
búsqueda en la web permite hallar varias referencias y documentos sobre la
marca de carácter internacional, entre las que destacamos su presencia
publicitaria al pie de un menú noruego de 1901 y en la carta de vinos del buque
USMS Saint Louis en 1910. En esta
última convive con otros famosos de su género como Möet & Chandon, Pommery y
Veuve Clicquot.
Siguiendo con
nuestro revelador cartel, también aparecen los vinos y el cognac de Hanappier, un célebre negociante establecido
en Bordeaux que además fabricaba licores. En ambos rubros tuvo bastante éxito
desde 1880 hasta mediados del siglo XX, tal cual lo testimonian varias
publicidades y etiquetas de sus productos. Por supuesto, no faltan algunas añejas
y remotas marcas menos rutilantes, de las que no he podido encontrar ningún
vestigio, como el cognac Marquis du Bauval o el licor de Mont Binery, al
parecer proveniente de la Guyana Francesa. Otras leyendas aluden a tipos
genéricos como Rhin, Oporto y Xerez (3), amén de algunas modalidades
de fraccionamiento que podían ser elegidas por los clientes (embotellados o en bordalesas). Todo
ello, en definitiva, nos da una idea bastante acabada sobre una fracción del extenso
universo de bebidas importadas que era posible conseguir en nuestro país hace
ciento treinta años.
¿Cuántas fotos
antiguas tan reveladoras andarán dando vueltas por ahí? Muchas, seguramente,
pero lo bueno es que en este blog las seguiremos buscando, sean impresas o
virtuales. Y daremos cuenta de cualquier hallazgo destacado en materia de
viejos consumos, de eso no hay duda.
Notas:
(1) El Ginger Ale
es una bebida sin alcohol elaborada con jengibre, agua, limón y azúcar
originaria de las islas británicas. Hoy se sigue consumiendo en todo el mundo
de la mano de nuevas marcas y fabricantes, pero tuvo su época de gloria entre
1880 y 1930.
(2) Ese triunfo
de las armas francesas no fue muy significativo en sí mismo, pero permitió al
ejército galo avanzar sin mayores pérdidas hacia Marengo, librada cinco días después y considerada una de las
grandes batallas de la saga militar napoleónica.
(3) Habitualmente
se alude a Jerez-Xeres-Sherry como el
compendio de nombres aceptados para esa Denominación de Origen, pero Xerez es igualmente válido.
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