De acuerdo con el reconocido
cronista del pasado barrial Diego del Pino, el más viejo comercio del ramo fue La Tapera, un lugar de aquellos que
hacían las veces de pulpería, café, almacén de campo y cancha de bochas,
ubicado en la intersección de Corrientes y Dorrego. El lugar se remonta a los
tiempos de la independencia nacional y allí se realizaron carreras formales (no
cuadreras), con auténticos jockeys y caballos de pura sangre, en los años
posteriores a la caída de Rosas. Tenía además una particularidad constructiva:
su vereda de elevaba casi un metro de altura por sobre el nivel de la calle (al
estilo que hoy podemos ver en La Boca), para evitar las frecuentes inundaciones
que provocaba el cercano Arroyo Maldonado (actual Juan B. Justo). Hacia fines
del siglo XIX se instaló en Corrientes y Jorge Newbery otro lugar legendario,
cuya vida logró extenderse hasta bien entrada la centuria siguiente, y que
muchos señalan como el más destacado en el firmamento gastronómico vecinal: el Recreo y Glorieta La Florida, más tarde
conocido como Almacén de Ramperti. Allí,
tanto en el local como en su extenso patio trasero, muchas personas supieron
disfrutar de los excelentes chops al
precio de 25 centavos, o de los cívicos a
15 centavos, en compañía de aceitunas verdes y negras, cubitos de mortadela,
rodajas de salame (criollo y “de Milán”), queso, sardinas, rabanitos, lupines y
maníes, entre otros ingredientes. Algunos aseguran que los platitos llegaban a 24 en las mejores ocasiones. Las siguientes son
dos fotos del lugar hacia los años veinte. Destaco la imagen del patio y los
barriles de vino en el fondo como un arquetipo visual de la época.
Los ejemplos para mencionar son
sumamente numerosos, pero señalaremos aquellos de mayor interés histórico en el
tema que nos ocupa:
- Café El Argentino, en Corrientes entre Olleros y Federico Lacroze.
Hacia los años cuarenta, su ubicación era adyacente con la antigua terminal de
una línea ómnibus que iba hacia Pilar.
- Café de la Estación, dentro de la vieja terminal del Ferrocarril
Central de Buenos Aires, hoy Urquiza.
- Pizzería Giovanín, famosa desde 1930 hasta 1960, en Alvarez Thomas
y Federico Lacroze.
- Cervecría Alemana “Stand Mauchen”, de la misma época que la
anterior, a la que concurrían conspicuos miembros de la colectividad germana
residente en la zona.
- El Barrilito: otro café muy recordado en la esquina de Federico
Lacroze y Giribone (ahora Córdoba), concurrido por los feriantes y puesteros
que trabajaban en la feria ubicada desde Jorge Newbery hasta Federico Lacroze.
Estaba abierto las 24 horas y de madrugada se consumía abundante cantidad de
caña y ginebra.
- Café Argos: considerado bar
notable por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, contaba con un
entrepiso tipo balcón donde tocaron no
pocas orquestas. También tenía victrolera
y mostrador de estaño. Lamentablemente, cerró sus puertas hace poco tiempo.
- Café de Manolo, en Guevara y Maure. Su dueño preparaba castañas
asadas en la vereda con gran éxito durante la estación invernal.
- Café “De los Escruchantes”, en Giribone y Concepción Arenal, cuya
fama era análoga a su apodo. Eran frecuentes allí las batidas policiales. Las
crónicas señalan el día en que cayó preso El
Rufián Angelito, personaje muy a tono con el entorno.
- Lechería La Vascongada, comercio especializado en Federico Lacroze
3090, típico de una época (1).
- Café La Curva, llamado así por la curva que daban los tranvías que
venían desde el centro por Álvarez Thomas. Los memoriosos recuerdan su sótano
colmado de bordelesas de vino, barricas con aceitunas y alimentos como el
bacalao noruego.
Como siempre, quedan muchos por
mencionar, pero concluimos esta entrada con el recuerdo de la Cantina El Nene, especie de bodegón y
fonda en Jorge Newbery pasando Álvarez Thomas, visitado con profusión por los
integrantes de la colectividad italiana, especialmente trabajadores de las
fábricas cercanas. Tenía cancha de bochas en el fondo, donde también se
encontraba instalado un gallinero. No eran pocas las ocasiones en las que un
tiro errado daba de lleno en este último, provocando la ira de sus moradores
entre corridas y cacareos. Y en una de sus paredes, el siguiente anuncio
textual, palabra por palabra: Per ordine
della autorita e per conservare la
amista, esta proibido jugare per dinero.
Notas:
(1) En la entrada del 26/3/12
analizamos la historia y características de las lecherías porteñas de antaño.
Llegue a este blog de casualidad. Muy bueno! Te voy a visitar a menudo.
ResponderEliminarFelicitaciones por la info, super completa y...por fin! original.
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Un saludo y muy buena data
Raul Manrupe