En nuestra serie de entradas dedicadas a la degustación de
productos añejos no siempre ocurre que se conjuguen estupendamente el lugar de
reunión y los productos analizados. Pero esta vez sucedió exactamente así.
Elegimos el prestigioso restaurante porteño
Casal
de Catalunya (1) para realizar la cata de dos joyas alcoholeras de la
industria nacional, correspondientes a sendas marcas de gin elaboradas en la
primera mitad del decenio de 1960:
Royal
Ludgate y
Hiram Walker. En una
breve reseña de las empresas involucradas podemos señalar, por ejemplo, que la
Casa Dellepiane (responsable del
Royal
Ludgate por aquellos años) se fundó en 1898 como firma importadora, pero no
fue hasta 1940 que lanzó su etiqueta de producción local
muy célebre en nuestra patria : el “cognac”
Tres Plumas. La compañía continúa hoy en
el mercado de la mano de la familia que le da nombre, a más de 113 años de su
creación. Por su parte, Hiram Walker es una prestigiosa destilería de origen
canadiense, actualmente controlada por el gigante francés Pernod Ricard. Por
las décadas de 1950 y 1960 tenía su propia filial en Buenos Aires sobre la
calle Rivadavia 620. Dos publicidades gráficas de los años cincuenta
permiten
esbozar una idea del suceso que
ambas marcas lograban en estas latitudes (2).
Las botellas de
Consumos
del Ayer fueron obtenidas vía Internet, como otras veces, y una rápida
mirada nos permitió alcanzar la certeza de que ambos artículos habían sido embotellados
en el primer lustro de la década de 1960 (3). Así lo confirmaron las
estampillas fiscales, los tapones utilizados y otros datos visuales bastante
claros para el ojo acostumbrado. La etiqueta del Hiram Walker contenía, además,
una referencia de carácter incontrovertible: la leyenda
ENV. 1964, indicativa del año de fraccionamiento. Íbamos a probar,
entonces, dos ejemplares de gin argentino cercanos al cincuentenario de vida.
Para ello convocamos a nuestro equipo regular de cata
(Enrique Devito y Augusto Foix), en esta
ocasión ampliado con la grata presencia de un grupo de amigos altamente
entrenados en los ejercicios del buen comer y el buen beber. Ellos son Jorge
Martínez, Alejo Berraz, Alvaro Canella y el anfitrión Damián Cicero,
factótum del excelente restaurante que
nos cobijó y encargado de los sabrosos platos servidos al término de nuestro
trabajo.
El proceso de apertura se llevó a cabo sin inconvenientes de
ninguna índole, tras lo cual dimos paso a la degustación en dos formas
rigurosamente separadas: primero, pequeñas medidas puras en vasos chicos, y
luego, bajo la modalidad de
gin tonic,
en cantidades más generosas y con los vasos largos que corresponden al caso. Todos
los presentes coincidieron en el buen estado de los prototipos analizados, llenos
de aromas limpios y agradables, elaborados sin dudas con los mejores alcoholes
nacionales de la época. Las opiniones generales coincidieron asimismo en destacar
el semblante algo más alcohólico del
Royal
Ludgate, aromático y potente, frente al perfil clásico y elegante del
Hiram Walker. Esa diferencia se reflejó
también en la etapa del
gin tonic, ya
que el HW pareció quedar algo “tapado” por el sabor de la tónica y el limón,
mientras que el RL mantuvo la silueta espirituosa que resalta su aroma
particular.
Devito hizo hincapié en los estilos, uno más “argentino”,
aromático y dulce (RL), y otro “purista”, fino y seco (HW). Berraz, en cambio,
fue contundente al sentenciar que el Royal Ludgate era “más gin”, opinión
suscripta por Martínez
de un modo menos
terminante, ya que para él resultaba “con más presencia”. Canella, por su
parte, dividió las aguas según la modalidad de trago, en virtud de que sus
preferencias se inclinaron por el HW bebido solo y por el RL mezclado en gin
tonic. No obstante, el grupo coincidió ampliamente en la calidad integral de los
añejos productos, doblemente meritoria por esa misma razón. Ello nos llevó al
siguiente interrogante: ¿habrán sido mejores, como norma general, los alcoholes
argentinos de hace cincuenta años? No es sencillo afirmarlo, pero tal vez sea
así en vista de las actuales dificultades para elaborar productos masivos de
calidad con el permanente aumento de costos. Tampoco debemos olvidar que las
décadas de 1950 y 1960 marcaron una “edad dorada” en la coctelería argentina,
al decir de sus veteranos referentes, por lo que no resulta descabellado
inferir un mejor nivel de bebidas espirituosas en general. Y también considero,
según una opinión personal sostenida por mi modesta experiencia de
investigación histórica, que ciertos rubros no muestran
hoy el mismo esmero productivo que existía en
aquel entonces. Esa, creo, es la mejor explicación de por qué,
sistemáticamente, encontramos en tan buen estado las bebidas y los tabacos de
hace cincuenta, sesenta o setenta años, cuando a veces nos sorprendemos por lo
mal que se conservan
productos idénticos
que no tienen más de diez o veinte años de vida.
Así concluyó nuestra tarea en la elegante barra del
Casal de Catalunya. Acto seguido pasamos
a la mesa dispuesta especialmente para los sufridos catadores, donde alargamos
la velada con buena comida y buenos vinos. Pronto vendrán más degustaciones en
las que buscaremos, como siempre, captar los distintos momentos de la historia
argentina a través de sus consumos cotidianos.
Notas:
(1) El Casal de
Catalunya se sitúa en Chacabuco 863 del barrio de San Telmo. Es un restaurante
enmarcado por un antiguo edificio construido hacia 1886 y reformado en 1927
dentro del estilo neogótico barcelonés. Su cocina se especializa en platos de
mar, huerta y montaña, con predominio de pescados y mariscos en sofritos y
cazuelas. Una mención especial merecen los cochinillos cocinados al horno, que
llegan a la mesa tiernos y crocantes.
(2) Además, los avisos ayudaron a confirmar la antigüedad,
ya que las ilustraciones coincidían casi perfectamente con nuestras botellas.
Las pequeñas diferencias que hallamos se encuadraban con mucha lógica en
los años transcurridos desde la publicación
de las propagandas (1953) hasta
la fecha
de embotellamiento del Hiram Walker (1964) y, según creo, del Royal Ludgate.
(3) El vendedor señaló que las botellas provenían de un
almacén del barrio de Mataderos cerrado hace pocos años. Allí, según su relato,
quedaron
intactas
bebidas de todo tipo y edad, incluyendo muchos
productos importados. Todo fue vendido en la web.
Esto pone luz a porque el gin walker fue el elegido por Enzo Antonietti para su trago mar del plata que gano el mundial de Ediburgo en 1964.Tasncribo la receta sacada de la pagina oficial de la international bartender's association
ResponderEliminarhttp://www.iba-world.com
Por cierto muy bueno el blog señor.
MAR DEL PLATA
1964 Edinbourgh (Great Britain)
Enzo Antonetti - Argentina
Category: Pre-dinner Cocktail
Method: Shaker
4/8 Hiram Walker Gin
1/8 DOM Bénédictine
3/8 Martini Dry Vermouth
1 dash Grand Marnier
Garnish: Lemon peel (squeeze)
Cocktail Glass
Muchas gracias por el aporte.
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