martes, 15 de octubre de 2013

Un revelador libro ferroviario de stock de 1898 12

No es la primera vez que señalamos la  enorme  y  variada importación de comestibles y bebidas que  realizaba nuestro país durante los años finiseculares del XIX. Es verdad que ya existía un notorio desarrollo de la industria nacional enfocada en ese tipo  de  productos,  pero  ello  no  bastaba  para satisfacer una demanda creciente por  la masiva llegada de inmigrantes  y  los  veloces  cambios  en  los  hábitos  de consumo, cada vez más consustanciados con las costumbres del Viejo Mundo. La cosa era más notoria en el segmento suntuario,  dado que nos estamos  refiriendo  a  la  belle epoque: un tiempo de desarrollo económico,  dinero fácil y derroches por doquier.  Semejante fenómeno se reflejaba en todos los aspectos, incluyendo los servicios del Ferrocarril Sud, como quedó registrado en un libro de stock de su Departamento de Confiterías,  cuyos depósitos abastecían tanto a éstas como a los numerosos coches comedores que se acoplaban en los trenes durante los viajes de media y larga distancia. Así lo hemos verificado a lo largo de las 11 entradas precedentes de esta serie enfocadas en bebidas y tabacos.


El análisis de los alimentos asentados  pone de manifiesto lo dicho anteriormente con perfecta claridad.  Hoy comenzaremos a ver una lista de comestibles  –sobre  todo envasados-  que denotan la fuerte carga de  “extranjerización”  inclinada  hacia los productos  de origen francés e inglés. Algo muy lógico, puesto que Francia era la capital mundial de las tendencias culinarias,  mientras  que  Gran  Bretaña  era  la  sede administrativa del FCS.  En ésta y las próximas dos notas del mismo tema vamos a escrutar  diferentes artículos de cocina del tipo conservas,  enlatados,  especias, condimentos, salsas, panificados, quesos, fiambres, dulces, confites y demás.


Es necesario hacer  la siguiente aclaración: las mercaderías acusan distintos envases o unidades de medida. En cada ítem lo aclaro de acuerdo al caso particular, según consta textualmente en el  libro: T (tarro), F (frasco), L (lata), B (barril), K (kilo). Tratándose de simples asientos de salida en un inventario, los empleados no se molestaban en indicar tamaños, contenidos netos ni volúmenes, por lo que se advierten  algunos precios muy elevados en relación a otros,  lo que seguramente tiene que ver con envases más grandes o más chicos. Recordemos también que hablamos de un registro contable interno y no de una lista de precios oficial . Estos productos eran enviados desde el depósito central de la empresa  a las confiterías de las estaciones y  los trenes para su uso en la cocina, donde oportunamente eran fraccionados y utilizados en la preparación de  comidas.  Sin embargo,  es posible que algunos de ellos  (como las galletitas en paquete, que veremos en la próxima entrada del tema) llegasen directamente a las mesas en ese mismo formato.


Aquí va, entonces, la primera tanda de esta notable miríada de comestibles que se consumían en 1898 previa salvedad que efectúo por enésima vez, por si acaso: los nombres  de  los productos  son  los  textuales  que  aparecen  en  el  libro.   Las denominaciones foráneas son traducidas en nota al pie. Sólo han sido corregidas las faltas ortográficas evidentes que aparecen de tanto en tanto.

Aceitunas                                      B  11,00
Alcaparras                                     F    0,60
Anchoas                                        L    3,75
Anchoas en pasta                         T    0,60
Arvejas (Petit Pois)                        L    1,20
Atún                                               T    2,50
Bacalao                                          K   1,00
Bovril   2 oz.                                   T    1,30  (1)
Bovril  16 oz.                                  F    5,50  (1)
Caviar                                            T    2,80
Cepes al Huile                                T    0,80 (2)
Champignones                               L    1,70
Espárragos enteros                        L    2,00
Fond Artichaut                                L    1,75 (3)
Jamón                                             K    6,00
Jamón del diablo ½                         T    1,40
Jamón del diablo ¼                         T    0,70
Kipper Herrings                                L   1,00 (4)
Langosta                                         T    1,50
Lenguas de Cordero                       T   1,20
Ostras                                              T   1,20 
Oxford Sausages                             T   2,00 (5)
Pickles Surtidos Picalilli                    F   2,20
Pointe D’Asperges                           T   1,00 (6)
Salmón                                             T   1,20
Sardinas  Levegne                           T   0,75
Sardinas Orient Express                   L   0,80
Trufas                                               T   4,00           

Por supuesto, apuntamos  únicamente aquellos artículos interesantes por presentación, precio  o curiosidad. El libro de stock incluye muchas otras materias primas de cocina tipo granel que mencionaremos a continuación sin pormenorizarlas: azúcar (molido y en pancitos), sal (fina y gruesa), vinagre (ordinario y de vino), aceite común, fideos surtidos, harina blanca, harina de maíz, arroz, tocino, hongos secos, pimienta blanca, nuez moscada, canela, clavos de olor, achicoria, salame, limones, papas, grasa, conserva de tomates, cebada inglesa, ciruelas secas, tapioca, sémola y gelatina. Incluso hay ítems cuyo asiento contable resulta difícil de imaginar, como hielo (registrado en barras), y otros que evidencian la costumbre del empaquetado para llevar. Así sucede con el papel blanco, el papel  color, el papel para envolver y los platos de cartón (7). Curioso resulta observar que cada cosa, como hemos dicho, tiene su debido precio de costo y de venta, tal vez por normas reglamentarias de tipo contable. En el volumen que llegó a nuestras manos no hay indicios de vajilla, mantelería ni artículos de limpieza, los que seguramente constaban en otro libro.   Pero aun así es una suerte que podamos examinar este formidable reflejo del pasado que seguiremos volcando muy pronto con todo lo que corresponde a galletitas y bizcochos, quesos, condimentos (salsas, aceites, vinagres) e infusiones.

                                                            CONTINUARÁ…

Notas:

(1) Bovril era un concentrado de carne que se empleaba para cocinar, aderezar salsas o untar panes,  al que se le atribuían propiedades tónicas que fortalecían el organismo. Todavía se consume en el hemisferio norte, especialmente en México, Estados Unidos y Gran Bretaña.


(2) Champignones en aceite
(3) Corazones de alcaucil
(4) Arenque
(5) Salchichas de cerdo
(6) Puntas de espárragos
(7) En alguna ocasión anterior señalamos que las confiterías del FCS contaban con un “anexo almacén”, como pudimos constatar en el caso de Bahía Blanca (ver entrada de esta misma serie del 2/4/2012). Es decir que las personas podían concurrir a la estación a comprar productos como en cualquier otro comercio, y tal vez comidas hechas. No sabemos si esta práctica era extensiva a todas las confiterías del ferrocarril, ni tampoco si era habitual, pero la presencia de artículos de embalaje en el libro de stock es un indicio interesante.

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